Por Fran Cea
Decir que Blaine Cartwright es un culo de mal asiento es quedarse corto, activo hasta la extenuación el reposo no forma parte de su forma de forma de entender la vida, así que apenas unas semanas después de girar por España con Nashville Pussy ya está de vuelta en concierto con su nuevo proyecto Kentucky Bridgeburners en una gira europea que le tendrá ocupado hasta navidad y que le llevará de vuelta a casa para componer las nuevas canciones del álbum de los Nashsville.



Blaine es un tipo peculiar, algo áspero al trato como pude comprobar en la entrevista que publicamos hace apenas un mes pero bastante bonachón, aunque en el concierto del pasado domingo en la Taberna Belfast de Santa María del Páramo no estaba de muy buen humor y ni siquiera cerveza en mano conseguí que me contara muchas cosas de sus próximos planes, parece ser que entre los que se acercaron a saludarle la impresión no fue mejor.

Pero una cosa no quita la otra y lo que si que nos ofreció fue un muy buen concierto. De todas las veces que le he visto en directo (Nashville Pussy y Nine Pound Hammer) puedo decir que en lo musical es la vez que más satisfecho he terminado y aunque a nivel visual y energético la inyección de adrenalina que supone la banda que comparte con su mujer Ruyter Suys no es igualable si que ha conseguido facturar un sonido más limpio y puro, algo sorprendente si tenemos en cuenta que esta banda está compuesta casi en su totalidad por los mismos rednecks que nos reventaron los tímpanos a bordo del cowpunk de Nine Pound Hammer hace un par de años y que ahora suavizan su agresión sonora, que no su intensidad, con ritmos más clásicos y de mejor digestión,

Hail Jesus, su nuevo disco, se escuda en la presunción de disco de gospel rock aunque no suene como tal sino más cercano a soul y al rock clásico. Las letras si tienen un cierto contenido “espiritual” pero todo pasado bajo el tamiz de una banda de rock sucio y con gusto demostrado por los Stones, e incluso por un Springsteen que da inspiración al tema título, el cual fue el primero en sonar para a continuación hacerlo la que para mí es su mejor composición Don´t Knock, y en sucesión su disco debut al completo en el mismo orden que fue grabado, con la única excepción de Go In Peace, y nos dejaron con un palmo de narices cuando antes de cumplir la hora de concierto se marcharon para volver, un poco a regañadientes, a hacer dos temas más y despacharnos con poco más de una hora de show.



Este sonido más clásico y ordenado nos gustó a todos los asistentes, no estuvo mal la entrada, y la banda puede hacerse un hueco entre aquellos que prefieren no destrozarse tímpanos y cuellos en los conciertos de Nashville (por cierto ya querrían para ellos el sonido ordenado que disfrutaron en el Belfast). Es cierto que se echó de menos salir de una velada con Blaine sin apestar a sudor y nicotina pero no creo que sea por falta de intensidad musical y si por cierto hastío del protagonista…tantos conciertos seguidos sin descanso deben pasar alguna factura y en el Belfast nos tocó pagar.

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