Texto: Lorenzo Pascual
Fotos: ARF

Toca revisar la jornada del sábado del Azkena Rock Festival. Una jornada que, en sus horas previas, se convirtió en Mordor con rayos, truenos, ventiscas y lluvias torrenciales. Yo me acercaba a Vitoria en coche y caía la mundial, con contenedores en medio de los accesos a la ciudad, arrastrados por el viento. Me temí lo peor si aquello continuaba y hasta las seis y pico de la tarde la cosa no pintaba bien. Y no es comprensible que, en la época de las redes sociales, la organización no informara (Facebook ni Instagram, desconozco por otros medios) de los problemas para la apertura de puertas con la gente guareciéndose como podía sin saber a qué atenerse. Finalmente, las puertas se abrieron y se confirmó la suspensión de tres conciertos si no me equivoco y el traslado del de Nat Simons & Cherie Currie, solapándose con el de Iggy Pop. Ni tan mal viendo los precedentes. Poco más tarde dejó de llover y empezamos de nuevo a disfrutar.

Bevis Frond fue mi primera parada (bueno la segunda, no aguanté mas de una canción con las garageras Lost Cat), sonaba de lujo, y en formato cuarteto hicieron lo que pudieron durante una media hora. Calidad a raudales, temas intensos pero muy exiguo su horario. Los siguientes de nuestra agenda eran The Nude Party pero, antes, pasamos a catar un rato a Amanda Shires, que no me hizo chiste y menos en un Azkena, y a Steel Beans en el Trashville, bien para pasar un rato divertido pero sin más alardes. No fui a ver a Ana Popovic pero, por lo leído en distintas crónicas, debió estar muy bien. A The Nude Party me los habían recomendado y la verdad es que mereció la pena. Septeto de joveznos, supieron mezclar muy bien a sus mayores (lease influencias tipo Lou, Kinks, etc) con ramalazos poderosos a la guitarra y a la steel guitar; atildados y con buena presencia, demostraron que tienen buenas canciones. Habrá que seguirles la pista en salas.

Y llegamos a la parte noble del día con el concierto de Lucinda Williams. Una bocanada de aire fresco sí, de una ilustre avejentada y con evidentes limitaciones fruto de un derrame cerebral sufrido en pandemia. Fue un concierto emotivo, con la Williams cantando estupendamente y viniéndose arriba, quizás de forma innecesaria, en la versión final del “Rockin’ In The Free World”. Ya no puede tocar la guitarra, tiene que leer las letras, pero su voz sigue llegando en sus temas más vacilones como “Joy” o en los más íntimos (“Essence”). De ahí al final con la gente coreando su nombre. Una imprescindible.

Lucero nos sorprendió gratamente, sobre todo después de un concierto decepcionante en la edición 2019 si no me equivoco. Rockeros, contundentes y certeros en sus canciones no los disfrutamos todo el concierto para poder coger sitio con Iggy Pop.

Y el bueno de Iggy nos tuvo con la boca abierta todo el concierto. Con un sonido apabullante en el que destacaba, por perfectamente imbricada en la propuesta, la sección de vientos. Hay opiniones para todos los gustos pero a mi me gustó y demostró que Iggy hace lo que quiere: dos guitarras que echan humo, ummm, sección rítmica contundente, of cors, pero mira vamos a meter sección metales ¡¡y funcionan!! Y los temas claro, Stooges y en solitario, papá y mamá, da igual. Como siempre, “I Wanna Be Your Dog” se llevó todos los aplausos pero no desentonaron “Gimme Danger”, “The Passenger”, “Lust For Life” y otros quizás menos conocidos como “Mass Production” o “The Endless Sea”. Iggy sentó sus reales, se pateó todo el escenario e hizo un master para los jóvenes de cómo se come uno el escenario. Sencillamente impresionante.

El cansancio hizo que ni me planteara ver, otra vez a las 02:00, a Jim Jones All Stars, así que coche, carretera y a la cama a descansar de un festival que está más que consolidado.








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