Texto y fotos: Lorenzo Pascual (web)

El sábado, segundo día del Music Legends Festival 2019, también acudimos al Centro Ola de Sondika atraídos por un cartel que mejoraba el del día anterior por nombre y supuesta pegada de los oficiantes. Y la cosa funcionó a todo tren con todos los oficiantes aportando calidad aun con algunos altibajos. Quizás fue Ben Harper el que ofreció un concierto más díscolo con los aficionados, a muchos de los cuales se les hizo bola y no lo pudieron digerir. Yo ya digo que la bola también se me atascó y no fui capaz de pasarla por lo que tampoco aguanté mucho y, con el cansancio otra vez a vueltas, me marché antes de que acabara.



A Mississippi Queen & The Wet Dogs les tocó abrir la jornada. Ya les he visto unas cuantas veces y nunca defraudan. Inés y los suyos saben a lo que juegan y ofrecen conciertos intensos en los que el soul campa a sus anchas y el ritmanblús aparece por los recovecos para ponernos en danza. Merecen más y están trabajando duro para conseguirlo. Otro buen comienzo.

Al final va a resultar que Watermelon Slim era el "tapado" del festival. Su simpatía y buen hacer conquistó a una peña que, poco a poco, fue entrando en su propuesta y acabó aullando ante el torbellino blusero que se le vino encima. Avejentado de aspecto para sus 70 años (que no fisicamente), Watermelon Slim alimentó a la masa con blues a la slide, bailes estrambóticos, una voz muy personal y sacando chispas a la armónica (bajó entre el respetable a soplarla). En formato trío demostró que, muchas veces, menos es más y su cóctel de blues y tradición no le pudo sentar mejor al festival. Un crack.


Kitty, Daisy & Lewis fueron los siguientes y también descollaron a buen nivel, sobre todo cuando se acercaron a ese rock 50's que tan bien se les dio en sus comienzos (de hecho la mayor ovación se la llevaron con "Going Up The Country" de su primer disco). Extremadamente delgados (salvo Daisy, claro, por mor de su embarazo) se presentaron, esta vez sin su madre al bajo (sí estaba su padre a la guitarra y percusiones varias), hicieron de su show un caleidoscopio sonoro en el que tocaron palos como el blues, el swing, el rockanroll primitivo y el ska. Su manía de cambiar de instrumentos y de vocalista en cada tema les penaliza creo yo, pero es una marca de la casa y cuenta con el añadido de Eddie “Tan Tan” Thornton a la trompeta que canaliza el ska más festivo.


El concierto de Little Steven & The Disciples Of Soul fue paradigmático de lo que es un show a la americana. Espectáculo puro y duro (ese desfile inicial con las coristas al frente portando paraguas de plumas de colores) y en eso, qué quieren que les diga, son los mejores. Su despliegue, con quince músicos encima del escenario, fue impresionante; dos guitarras, dos teclados, bajo, batería, tres coristas que no pararon quietas, percusión y una sección de viento de cinco miembros, fue demoledor, y su sonido magnífico. Van Zandt tocó poco la guitarra y aportó frescor e intensidad al festival,  de mano de temas cercanos al rockanroll de estadio que tan bien se le da a su jefe, paseos por el mestizaje latino en varios de sus temas ("Party Mambo"), reggae resultón y el soul que atesora su último disco ('Summer Of Sorcery') editado tras veinte años sin pasear nuevo material. El concierto fue una fiesta, un no parar, y la gente se involucró a fondo. El que había ido a divertirse lo pudo hacer a conciencia.


Para el final quedó Ben Harper y, digamoslo ya, fue aburrido en la mayor parte de su desarrollo (lo que yo ví). Como digo al principio, a mucha gente se le indigestó ese rock con ínfulas y tomaron el camino de la salida. A mi hubo un tema en particular, que no sé cómo se titula, largo y pretencioso con solo de bajo incluido que me hizo plantearme la escapada. Y mira que hay discos del bueno de Harper que me gustan mucho; los dos primeros y, sobre todo, el que hizo con su madre ('Childhood Home'), espectacular en su sencillez. Por eso le di un poco de bola y estuve una hora más o menos y tengo que reconocer que llevaba un par de temas de raiz blues, con la lap steel sobrevolando Sondika, que me tuvieron expectante y coparon mi interés, pero tenía el día de alargar las canciones y la cosa decayó. El cansancio y mi compañía (que se aburrieron soberanamente) me indicaron la salida y allá que nos fuimos.

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