Sobre el escenario de la sala La Riviera de Madrid el disc jockey (DJ como se dice ahora) pincha clásicos de los 50's, 60's, 70's y 80's. El público, que ocupa la sala con un aforo más que aceptable, reconoce cada uno de ellos y los baila y tararea. Suena 'Think' de Aretha Franklin, un clásico que sabemos no podremos escuchar en directo a pesar de que forme parte de la memoria colectiva cuando hablamos de The Original Blues Brothers Band.  Todo parece presagiar una inminente irrupción de los protagonistas...pero no.

Entre los asistentes la media de edad sobrepasa con creces los 40. Poco pelo, pero muchas ganas de buena música. Algunos de ellos llevan sombrero al estilo Blues Brothers para sumergirse mejor en el ambiente. El trasiego en la pista es continuo: ir y venir de cervezas y combinados, ojos que se paran en el Hyundai expuesto en una esquina (Hyundai patrocina la gira de The Originals Blues Brothers Band), dedos señalando a las palmeras sobre una de las barras...para muchos la sala Riviera es una experiencia completamente nueva.



Cuando pasa media hora del horario previsto, empiezan a sonar tímidos silbidos desde la pista mientras el DJ aguanta estoicamente sobre el escenario. Por fin, al de 40 minutos, asoman algunos de los músicos que se ponen a probar sus instrumentos mientras el disc jockey no se da por enterado y su música se mezcla con el sonido del bajo de Stu Woods y de la batería de Lee "Funkytime" Finklestein. Finalmente, los técnicos retiran la mesa del DJ del centro del escenario....y se apagan las luces.



Comienza a sonar el Hammond de Rusty Cloud marcando el ritmo de la mítica Green Onions y todos empezamos a botar. Sumergidos en los sesentas, primer duelo entre las guitarras de Steve "The Colonel" Cropper y John "Smokin John" Tropea que nos sirve para ponernos a tono. A la canción de Booker T. & the M.G.'s le sigue otro clásico instrumental como Peter Gunn. En esta segunda pieza los protagonistas son la sección de viento que presumen de su virtuosismo ante el público. Lou "Blue Lou" Marini en el saxo, Larry "Trombonius Maximus" Farrell en el trombón y Steve "Catfish" Howard en la trompeta nos demuestran que The Original Blues Brothers Band son una banda de grandes músicos que trasciende más allá del cine y de nombres como Dan Aykroyd o John Belushi.



En el tercer tema aparecen los cantantes. Caracterizados como manda la tradición: traje negro, corbata, sombrero calado y gafas de sol. Rob "The Honeydripper" Paparozzi asume el papel de  Aykroyd, moviéndose sin parar sobre el escenario e imitando sus gestos y guiños. El orondo Tommy "Pipes" McDonnell, que ya apareció en Blues Brothers 2000, también está entregado a su rol. Para sorpresa de algunos, The Original Blues Brothers Band también se acompaña de un tercer cantante, Bobby "Sweet Soul" Harden, al que podríamos definir como la voz más joven y soul de toda la banda.

The Original Blues Brothers Band está compuesta por veteranos músicos, curtidos en mil batallas, que saben poner en escena lo que quiere el público: recordar canciones y rememorar la actitud de dos supuestos hermanastros que han marcado una época desde su primera aparición en el programa Saturday Night Live en 1976, pasando por  la película The Blues Brothers de 1980, hasta el legado que podemos disfrutar hoy en día. Y en mi opinión no se trata de un grupo franquiciado o de versiones, estamos ante músicos profesionales que han formado parte de la leyenda de esta banda desde hace muchos años y que se toman su trabajo muy en serio y dan al público lo que quiere. Si a eso le añadimos tres buenas voces y un sonido increíble en el que era sencillo distinguir cada uno de los ocho instrumentos que sonaban sobre el escenario, la experiencia se puede valorar como más que positiva.



Con la llegada de los cantantes, los temas fueron girando a ritmos soul y rhythm & blues. Soul Finger, Going Back To Miami (que se convirtió en Going Back To Madrid en algunos momentos), She Caught the Katy and Left Me a Mule to Ride, Messin' With the Kid, Flip Flop and Fly, Groove Me o Expressway movieron al personal durante muchos minutos. También hubo un momento para el blues más puro y el disfrute de las seis cuerdas con Shotgun Blues. Por desgracia para John Tropea, que asumió el protagonismo de los solos, el público estaba más interesado en ir al WC y pedir bebidas en las barras mientras algunos camareros cuchicheaban que "se nota que esta noche hay pasta".



Casi sin darnos cuenta, irrumpe en el escenario Bobby Harden con un frac blanco impoluto y nos sumerge en el Chicago de los años 20 al son de “Ey folks, here is a story about Minnie the Moocher...” mientras los instrumentos de viento marcan el ritmo. Poco después, acabamos los cientos de personas que estamos en La Riviera gritando cosas tan raras como Skip-de-diddly-skip-de-diddly-diddly-oh o Bour'rrigy-bour'rrigy-bour'rrigy-oh.

Con el público rendido arranca la recta final.  Sweet Home Chicago es el momento smartphone. Es ese tema de cualquier concierto en el que dejas de ver el escenario (salvo que estés en primera fila) porque todo el mundo saca su teléfono móvil y se pone a sacar fotos o grabar vídeos. Y coño, si el de delante lo hace yo también quiero aunque luego en la foto solo se vean pantallas de móvil y manos. Es eso o mirar a los de la derecha haciéndose un selfi de espaldas al escenario. Con Soul Man más de lo mismo: saltos, gritos, pérdidas de equilibrio sobre la pista y muchos brazos levantados. Una rápida versión de I Can't Turn Your Loose sirve como colofón de la primera parte del concierto.



Pocos minutos después, aparece sobre el escenario el saxofonista,  Lou Marini, que nos confiesa en castellano que está casado con una madrileña y que por eso habla tan bien el idioma de Cervantes. Él es el elegido para presentarnos a los miembros de la banda y para recordarnos que tan solo unos días antes de este concierto había muerto el bajista Eric "The Red" Udel, uno de los veteranos de la formación y con el que habían girado hasta hace pocas semanas.

La música regresó con Who's Making Love y Everybody Needs Somebody to Love, otro de sus himnos que sirvió de cierre a un concierto en el que quizás esperábamos más temas y un poco más de rock'n'roll y menos soul, pero que nos hizo a la mayoría marcharnos con una sonrisa en la boca y con algunas agujetas.



Por Enrique Rodal.

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