Por Larrypas
El ciclo Music Legends (Sala BBK) llega a su final por esta temporada programando al segundo rolling que pisa su tablado en menos de un mes, Mick Taylor. Guitarrista virtuoso, participó en los mejores discos de la banda (el triunvirato rock ¿nunca? superado de “Let it Bleed”, “Sticky fingers” y “Exile on main st.”; bueno sí, coge tres discos de la Creedence y ya lo tienes; ala a enmendarme la plana a patadas) aunque, quizás por mor de su timidez o de su falta de actitud “stone”, acabó siendo sustituido por Ron “excesos” Wood, mucho más cercano al deje crápula de un Richards efervescente en aquellos momentos.
Así, tras un Bill Wyman “txotxolo” (Koldo Hellyeah dixit) le toca el turno a un greñudo Taylor, de tolba prominente, que acudió a la cita en formato quinteto, con teclados diáfanos pero perdidos en el marasmo rock, segundo guitarra comedido y pristino en los escarceos que le dejaba la estrella (de los que nos gustan y, por cierto, preciosa la telecaster que se calzaba), bajo de cinco cuerdas trotón y retumbante y batería consistente, consecuente y gustoso en el ritmo.
Ante poco más de media sala, principiaron el show con rock adulto convencional y sin fuste, de largos desarrollos para el lucimiento del hacha, picando ora en la ínfula psicodélica, ora en el rock aguerrido pero sin chicha. Incursionaron y despegaron con blues pegajoso, lento y desgarrado (“Losing my faith”), cota de calidad sustentada en fraseos comedidos, sutilidad en los marfiles y una voz cálida que sorprendió al que esto suscribe.
Mosqueado por un molesto acople con su guitarra Taylor siguió despachando el set con dosis de “fast” blues (“I wonder why”) y escarceos en el ritmanblus vigorizante con el segundo guitarra al frente y vuelta de la estrella para lanzarse a un punteo pseudoprogresivo que moló menos que lo hecho por su escudero. Empezó ausente en el rockansoul retozón pero sin picante, que cantó el segundo guitarra, gallos incluidos, saliendo a la palestra para un punteo con gusto que lo elevó por encima de lo hecho por sus acompañantes.
Tras un instrumental al uso (la brasileña “Goin’ south”), monótono, largo (muy largo) y pesado que, además, sirvió para el lucimiento del batería y del bajista (¡¡Menudo bajón!!), volvió a la senda de “lo que mejor saben hacer” (lo corroboró el propio Mick), trazando líneas de blues pelín plano, aun con músculo, versión de los Rolling incluída.
Poca garra en el colofón al ciclo Music Legends, y no deja de rondar por mi cabeza la idea de que sin ella (la garra, los dientes apretados), este sonido antañón deja poco poso en los días que corren. Creo que se me olvidará pronto.
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Rocklive.es
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martes, julio 10, 2012
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