Texto y fotos: Lorenzo Pascual (web)

Berri Txarrak están despidiéndose de los escenarios en una gira de "locales pequeños" en la que han vendido todas las entradas en un visto y no visto. Y en Rocklive pudimos disfrutar de la segunda noche en Bilbao con un Kafe Antzokia entregado y con la peña dispuesta a corear todos y cada uno de los temas. ¿Quién dijo que los jóvenes no se acercaban ya al rock? Fueron ellos y ellas (porque muchas hubo) los que coparon las primeras filas, los que, puño en alto, coreaban las canciones y los que disfrutaron, como locos, los temas de unos Berri Txarrak en estado de gracia. Y es que son venticinco años sobre las tablas de sitios variopintos y de grandes escenarios lo que les otorga un saber estar que desborda expectativas.

Amantes de la experimentación, Berri Txarrak nunca ha transitado por lugares comunes, siempre ha ido un poco más allá a la búsqueda de sonidos que, con su último disco ("Infrasoinuak"), han calado hondo en sus seguidores. Y así fue en su segunda noche en Bilbao, donde, con la sala petada otra vez, sonaron contundentes, marcaron los ritmos y despacharon un setlist donde los sonidos cercanos al metal más extremo se mezclaron con medios tiempos (los menos) y con temas que indujeron al pogo más desenfrenado. Fueron cien minutos aproximadamente de catarsis, de simbiosis con la peña que hizo que el concierto discurriera a tumba abierta desde que "Beude" lo abrió y "Katedral Bat" lo finiquitó, en el segundo bis, con la gente ya entregada y pidiendo más.

Y en el medio hubo mucho rock de guitarras y una actitud mayúscula del grupo en un camino lento pero afianzado en sus convicciones y que les ha traído hasta donde están ahora. Llenando pabellones, copando las salas de todo el estado con el sold-out, pero manteniendo un perfil de currantes que se han ganado todo el oropel actual con esfuerzo. Cayeron temas de todos sus discos y las cimas las hoyaron en muchos de ellos. Sobre la base de un batería descomunal (Galder Izagirre), un bajo demoledor (David Gonzalez) y la guitarra de Gorka Urbizu rellenando todos los huecos por los que se escapaba el silencio, "Zimelkor" sonó cruda, "Infrasoinuak" destiló aroma de estadio y "Ikusi Arte" finiquitó el concierto, antes de los bises, con aroma a despedida.

Un colofón estupendo a una trayectoria forjada a golpes de solidez y de compromiso. No se lo pierdan si pasan por su ciudad... y si consiguen entradas, claro.


Artículos relacionados