Texto y fotos: Lorenzo Pascual (web)

El pasado domingo volvía, tras siete años, a encontrarme con John Mayall, leyenda viva del blues británico, valedor en su grupo de excelsos guitarristas y divulgador promiscuo de la música con alma. Y eso que me lo pensé mucho. La razón, que su anterior concierto en el Teatro Campos de Bilbao me pareció lisa y llanamente un horror. Pero visto lo visto acerté de pleno. Y es que a sus 83 años Mayall se mostró en forma ante un público que llenó la Sala BBK y que salió gozoso de un concierto canónico pero no anclado en el pasado. Presentaba además disco nuevo, “Talk About That”, el tropecientos de su discografía y que, tras paso por Spotify, no suena nada mal.

Principió puntual el concierto un John Mayall con camisa y colgantes jipiosos y acompañado de bajo y batería. Un trío perfectamente ensamblado en el que Mayall se ocupó de teclados, guitarra y armónica, destacando en todos ellos. Mención para la sección rítmica (Greg Rzab al bajo y Jay Davenport a la batería) que marcó la senda por la que discurrió el concierto, se acopló al jefe y se lució en solos con fuste, cortos e imbricados con la canción (bueno, salvo el último de bajo que fue largo y pesado). La propuesta era arriesgada, dejando de lado la guitarra como protagonista, pero convenció con un trabajo a los teclados con garra y conjuntados muchas veces con la armónica.


En poco más de hora y tres cuartos Mayall transitó por todas las avenidas del blues. Principió orgánico y con ritmo en el blues resultón de “Nothing To Do With Love”, se despachó a gusto en unos teclados trufados del ambiente de Nueva Orleans y con “Moving Out And Moving On” dio bola a Greg Rzab en un solo minimal de bajo que, oh sorpresa, no desentonó con la canción. Se le notaba cómodo a John Mayall, que presentaba todas las canciones y lo mismo soplaba la armónica derrochando clasicismo, que se retorcía sobre su hammond dotando de groove a “Streamline”, o sacaba punteos en la onda blues & soul más moderna en “Moving Grooving Blues”.



El bolo fluía cuesta abajo y Mayall estuvo bien en todos los palos que atacó, estuvo activo, nos dejó para el recuerdo un solo de guitarra en el que arañaba literalmente las cuerdas para que estas gimieran en “Gimme One More Day” y sobrepasó todos los cánones dogmáticos del blues de Chicago con un trabajo a la armónica estupendo en “Have You Heard About My Baby”. Para el final evocó su primer disco con “Chicago Line” perjudicada esta vez por un larguísimo solo de bajo y para el bis dejó su mayor hit “Room To Move”.



Buen concierto y buen sabor de boca el que nos ha dejado John Mayall y vaya por delante que no las tenía todas conmigo. De los de recordar con agrado.




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