Texto: Jorge Escobedo
Fotos: Eneko Gacía Ureta

Hay conciertos que se te quedan marcados a fuego el resto de tu vida. Ya pueden pasar muchos años que siempre recuerdas esas sensaciones y una bonita sonrisa se dibuja en tu cara. Y el pasado jueves tuvimos la oportunidad de disfrutar de uno de esos bolos en el Kafe Antzoki bilbaíno. Ryan Bingham y los suyos dieron una auténtica master class de lo que es la música americana actual. Con una banda de auténtico lujo que incluía antiguos miembros de los añorados Ross Hill Drive, y a un excelso y entrañable Richard Bowden al violín, incendió en Antzoki dejando clara sus influencias. Desde Kristofferson y Haggard hasta los Flying Burrito Brothers y los Stones más vaqueros.

Nos venía a presentar su último y maravilloso disco “Fear and Saturday Night”. Tras unos años donde para mi gusto había realizado álbumes que no acababan de ser redondos en su totalidad, este mira de igual a igual a su obra magna, “Mescalito”, uno de los mejores discos de americana de los últimos diez años. Imprescindible en cualquier colección.


En un Antzoki con una muy buena entrada y sonido cristalino, se encargó de abrirnos la velada Elijah Ford, hijo del inefable Marc Ford, miembro fundador de los Black Crowes. En su segunda visita a nuestra ciudad, tras actuar de telonero de su padre en su concierto del año pasado, ofreció un recital en solitario a la guitarra eléctrica intentando dibujar sonoridades que nos hiciesen más amena la espera. Nada reseñable.

Pasadas las diez y media de la noche, atacaban el escenario Ryan y sus compinches para ofrecernos un concierto que transitaría por el folk, rock y country. La alegre “Dolar A Day” fue la encargada de abrir y asegurarnos que no sería una noche cualquiera. La banda desatada desde el comienzo nos atrapa y obliga a bailar a ritmo de honky tonk. La roquera “Top Shelf Drug” coge el relevo y tras “Tell My Mother” del disco “Roadhouse Sun”, ya no hay vuelta atrás. Somos suyos. “Island In The Sky” nos recordó al mejor Mellencamp. “Snow Falls In June” y “Radio” nos dejaron claro por qué su último trabajo es tan bueno, y “Sunrise” sonó a barra de bar con olor a wiskey. Ahora tocaba el turno de Bingham solo, acompañado de su guitarrista y violinista. Preciosas versiones de “The Poet” a la armónica y “Hallelujah”, además de una emotiva “Nobody Knows My Trouble” y “Galway Girl” en homenaje a Steve Earle. Vuelta de la banda y seguimos donde lo dejamos. En “Adventures And You And Me” nos acercamos a la frontera mexicana y los Texas Tornados revolotean por el ambiente. “Diamonds In To Rough” y “Brooken Heart Tattos” son la antesala a la maravilla que abría “Mescalito”, “South Side Of Heaven”.

Nos despedimos de la banda y damos la bienvenida a Ryan en solitario. Esa voz ronca y cruda, que parece castigada por alcohol y cigarrillos, acompañada por el sonido de las cuerdas de su guitarra nos hará pasar momentos de auténtico nudo en la garganta. Un sobreesfuerzo para no derramar la lagrimita. La ganadora del Oscar y el Globo de Oro “The Weary Kind” sonó a gloria, en una sala que en muy raras ocasiones la podemos ver en silencio sepulcral. Todos aguantando la respiración. Mágica. Pero si realmente hay alguna canción que nos emocionó, esa fue “Ever Wonder Why”. Imposible describir lo que Ryan consiguió. De esos momentos que uno se llevará a la tumba.

Regreso de la banda para acabar por todo lo alto con una sensacional “Sunshine” y una brutal “Bread And Water” con el Antzoki rendido a sus pies. No se puede pedir más. Concierto top del año, sin ningún género de dudas. Aún no se me ha quitado la sonrisa de la cara. Algo querrá decir. Amigo, te esperamos pronto. No te olvides…

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