Texto y fotos: Lorenzo Pascual

No sé muy bien por qué, pero al bueno de Paul Collins le tenía perdida un poco la pista y eso que gira en concierto muy a menudo por Bilbao y alrededores y no deja de publicar discos que son verdaderos tratados de rock sin complejos. Con varios discos en el zurrón, el caso es que siempre vuelvo a los orígenes de su primer disco grabado con los Beat, un verdadero trabajo de orfebrería pop con las suficientes dosis de mala leche como  para reinar en los tocadiscos de cualquier aficionado al rock de guitarras. Un disco que le encumbró como rey del powerpop y al que sólo le faltó un pepinazo de canción, o un poco de suerte, para romper todo tipo de barreras y listas de éxitos.


Y en esas estamos cuando me entero de la nueva visita de Collins, así que acecho al Spotify, y voila, su nuevo disco está a la altura. Feel The Noise retrotrae desde la portada, en la que aparece un joven Paul, a los sonidos primigenios que nos volaron la cabeza y que tan bien documentó el nunca suficientemente ponderado programa de televisión La Edad de Oro y que hoy reinaría entre la bazofia que nos ofrecen desde la caja tonta.

Así que tocó visitar de nuevo el Kafe Antzokia - Goiko Aretoa (la sala de arriba), que cada vez nos gusta más, y que presentaba una entrada más que potable. Collins presentaba para la ocasión nueva banda, reclutada en Irlanda poco tiempo atrás (creí entender que tocarían los temas que les había dado tiempo a ensayar) y que, la verdad, cumplió con creces. Joveznos como eran, mostraron poso. El guitarra se batió el cobre en solos que calaron y la sección rítmica no perdió el oremus y se dedicó a lo que se deberían dedicar todas, dar cuerpo y marcar el camino a toda la banda. ¿Y Collins? Pues a lo de siempre, darle a la rítmica, inocular electricidad en arquetipos pop y emocionar con su voz, que no ha perdido un ápice.

¿Y el concierto? Pues fantástico. Durante poco más de una hora incluídos los bises, Paul Collins nos engatusó principiando con pop de salón en “Working Too Hard”. Aquejado de un catarro pidió un güisky (irlandés y Jameson a poder ser, perdonen la publicidad) y no sé si serían las libaciones de espirituoso o qué pero la cosa empezó a rular. La guitarra campó a sus anchas, los riffs se tornaron aguerridos y el rock tomó el frente. Además, empezaron a sonar gemas de su primer disco, la ecuación perfecta y la simbiosis de artista y público. Disfrutamos como locos de “I Don’t Fit It”, nos demostró que hay más luz que su disco primigenio (sonaron “Come On Let’s Go” y “Many Roads To Follow” del King Of Power Pop) y no se dejó nada en la recámara. “Walk Out On Love”, “Rock N Roll Girl” y “U.S.A.” demostraron a las claras que lo tienen y el que esto suscribe perdió cantidad de fotos, movidas por el frenesí o, simplemente, por DISFRUTAR de unos temas que tendrían que ser materia obligatoria en las escuelas.


Su último disco no sonó demasiado, un “I Need My Rock N Roll” al final y dando paso, como los grandes, al “Don’t Wait Up For Me” con la peña entregada, coreándolo todo y, sobre todo, pasándolo bien. Para los bises más de lo mismo; encuentros con su última galleta (“Baby I’m In Love With You”), vueltas a los orígenes con el “Paper Dolls” de The Nerves y un fin de fiesta apoteósico con “Different Kind Of Girl”.

Uff, una hora y acabamos para el arrastre. Una pena, por cierto, que ya no tuvieran su último disco en vinilo (y creo que tampoco en cd). Minucias. Sobre todo tras asistir, seguro, a uno de los tres mejores conciertos del año. Rock on!

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1 comentarios

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    Bueníiiiiiisimos!!!
    Una pasada!
    Buen trabajo!