Texto: Jorge Escobedo / Fotos: Larrypas
“No se puede tener más clase”. Estas son las primeras palabras que salen de mi boca tras el concierto de Gregory Porter en el teatro Campos Elíseos de Bilbao el pasado miércoles. El gigante californiano nos visitaba dentro de su actual gira europea, y era el ciclo 365 jazz Bilbao el culpable de poder disfrutar de semejante genio. Gregory es principalmente un cantante de jazz, pero su música bebe del mejor soul, góspel y rhythm & blues, deudor de Nat King Cole, Marvin Gaye y Ray Charles. Con una banda formada por Chip Crowford (piano), Emanuel Harrold (batería), Aaron James (bajo) y el genial Yohsuke Sato (saxo), Gregory se dispuso a desgranar uno a uno temas de su último disco “Liquid Spirit”, que le ha valido el Grammy al mejor artista vocal de jazz del 2013, así como de sus dos anteriores obras, Water (2010) y Bee Good (2012).

Tengo que reconocer que no supe de la existencia del barítono del jazz hasta que en mayo del año pasado, Van Morrison le invitase a cantar con él una hermosísima versión del “Tupelo Honey” del huraño norirlandés. Ahí caí rendido. Descubrí a un artista inmenso. Una voz que se te clava en lo más profundo del corazón y que ya no te abandonará jamás. Meses más tarde, en octubre, tuve la oportunidad de verle en el mítico Royal Albert Hall londinense, enmarcado dentro del festival de blues de la ciudad del Támesis, pero que no fue posible por la cantidad de grupos y actividades a realizar. Hoy no me lo perdono.

Pero vayamos al concierto. En un Campos Elíseos que presentaba sus mejores galas (lleno hasta la bandera) y con un público entregado desde el primer minuto, tras una breve introducción a cargo de piano y saxo, aparece Gregory enfundado en un perfecto traje cual “lord” inglés y comienza “Painted On Canvas”, de su segundo trabajo. Perfecto. No va a ser una noche normal. Presentación de la banda, y sin más demora ejecuta una perfecta interpretación de “On My Way To Harlem”, dándote cuenta que ha nacido para esto.



No Love Dying” lo reafirma. No quiero estar en ningún otro sitio en este momento. Voz al servicio de las palabras. Primera gran ovación de la noche. En “Lonesome Lover” homenajea a “The Genius”, es decir, al músico de Georgia Ray Charles, intercalando una sugerente “Hit the road Jack”. “Bee Good (Lion´s song)”,me recuerda a Van Morrison. Con ese susurro final con un público enmudecido. Be good… be good… be good… alejándose del micro y dejando que las palabras vuelen solas. Maravilloso. Llega el momento de interactuar con el público en “Liquid Spirit” en una versión que no le hace mucha justicia a la canción que da nombre a su último trabajo. Corta. Me deja frio. Pero la audiencia se lo pasa en grande.

Entonces ocurre. Solos piano y voz. “Wolfcry” teje una telaraña musical que hace que no me pueda mover del asiento. Me quedo atrapado. Cierro los ojos y te veo. Te siento. La mejor interpretación vocal de la noche. Uffffff! Tras una rápida “The “In” Crowd” con un gran solo de saxo (aunque a veces algo instridente…), suenan los primeros acordes de “(I love you) For Sentimental Reason” que inmortalizará el gran Sam Cooke, y nos trasladamos a ese “Harlem Square Club” en 1963. Lenta. Acariciando el silencio. Me levanto y aplaudo como loco. La señora sentada a mí lado me mira extrañada. Da igual. No lo va a entender. “Mother´s song” y “Hey Laura” son dos bellezas soul sinceras. Sin trampa ni cartón. Salidas del corazón. Y “1960 What?”, ese clásico instantáneo de su primer álbum, esa orgía musical que hace que no puedas parar de moverte, pone punto y final, a la espera de los bises, de un concierto magnífico.

Primer bis, primera sorpresa. Quién dijo que un bolero no suena bien. Con la voz de Gregory todo puede pasar. Hasta que me guste. Y “Quizás, quizás, quizás” del compositor cubano Osvaldo Farrés tiene la culpa. “Water Under Bridges” actúa como segundo bis y final del show. Otra vez piano y voz a solas. Secundados por ese extraño compañero de viaje que es el silencio. Ojos posados unos en otros. Caricias con los dedos. Susurros. Almendros en flor.
Good bless you, Gregory.

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