Por Larrypas
El pasado viernes en Bilbao (Sala BBK) tuvo lugar el primer concierto de las Special Nights organizadas por la fundación Walk On Project. Y lo hizo con un cartel atractivo en el que mezclaba el rock minimalista de Santiago Delgado y los Runaway Lovers, con la cazalla honkytonk de Hendrik Röver y el rock luminoso de The Whybirds. Pero la propuesta musical de ese día era elefantiásica (conciertos de The Fakeband, Maika Makovski, John Berkhout,…) por lo que, y a pesar de la terna incontestable en cuanto a calidad, la sala presentaba un aspecto desangelado con una cuarta parte del aforo, siendo generosos, ocupada por público, eso sí, implicado.

Para próximas citas ya han confirmado a Dream Syndicate, que se presentará con motivo del 30 aniversario de su disco “Medicine Show” (ya presentaron también en el Festival Wop el 30 aniversario de su primer disco; están en racha) y, sobre todo para el que esto teclea, a Graham Parker, adalid del rock con mayúsculas y que, si no me equivoco, nunca ha pisado escenarios bilbaínos (si no es así, que alguien enmienda la plana a este escriba).



Pero vayamos a lo que nos ocupa. Con muy poco retraso (no me canso de resaltarlo) saltaron al tablao Santiago Delgado y los Runaway Lovers, percutiendo con oficio ante una audiencia poblada de féminas, no muy numerosa, pero sí ruidosa, que coreó canciones, se batió en palmas y aduló a los oficiantes al grito de ¡guapos! (no en vano iban todos uniformados con molonas camisas negras y rojas con los nombres impresos). En formato quinteto de ritmo acústico, contrabajo gigantón, cajón percusivo, guitarra eléctrica de punteo permanente y coro masculino, los amantes principiaron con rock primitivo y trufaron el show de honras a sus referentes. Así, homenajearon el rock minimalista de Jonathan Richman (“Jonathan), versionearon a los Ramones al grito de “Hey Ho Charleston”, tuvieron un recuerdo sentido para “Nick Curran”, calentaron a la peña con el himno de la movida “Los Ramones”, recuperaron resueltos el “Lullubelle” de Nat King Cole y nos brindaron una versión descacharrante del “Rock and Roll” de los Zeppelin. Temas grandes, que pasados por la licuadora naif del grupo, tejieron armonías surf y fraseos rockabilly, culminando el pase con temas propios: “6 jerseys 6”, “Yo soy un Runaway Lover”. Más que dignos.



Y como adalid de que el “rock americano se puede hacer en castellano” saltó al escenario Hendrik Röver para presentar sus dos últimas rodajas digitales, que pican en formatos distintos; uno más cercano al country y al honky tonk y el otro percutiendo en el reproductor a lomos de electricidad (“Oeste” y “Norte”). Y así fue su concierto, principiando y finiquitando enchufado, para pasar a una parte central más acústica; temas todos ellos de tristeza impresa y plenos de mensaje. Así, nos recordó que no queremos ser como nuestros padres pero acabamos siéndolo (“La astilla nunca cae lejos del árbol)”, dibujó sin complejos a los políticos dejándonos elegir el signo del mismo ya que todos son parecido (“Edificio en llamas”) y marcó territorio sin implicarse en canciones de desesperanza “pero no autobiográficas” (“Casa Abandonada”; que no, que no se ha separado de su mujer). La parte acústica culminó a la armónica con una “Desilusión”, deudora de Dylan y que le sirvió para “acusarnos” de ser todos, en el fondo, unos folkies. Al final, la electricidad y la distorsión volvieron a campar a sus anchas, atacando el country de “Hora de llorar” o “Loco de atar”, el trote de “Simple”, dejando para el bis una versión ¡en inglés! de Waylon Jennings. Poco más de una hora para demostrar que Hendrik Röver y los Míticos Gt’s siguen en la brecha. El mejor concierto de la cita para el que esto escribe.



A las 23:00 empezaron los Whybirds su concierto en el que presentaban su última galleta digital, “A little blood”, con visos de cambio en las formas (han pasado a ser un trío clásico de guitarra, bajo y batería), aunque no en la filosofia del grupo. Se pierden pasajes bucólicos a la acústica, se gana en empaque rockero y se mantienen en el gusto por la melodía de raiz americana. Pero a mi no sé qué me pasa con ellos que siempre que les veo en directo (y van tres veces) no se me quita de la cabeza la certeza de que me gustan más enlatados que en directo. Canciones les sobran así que quizás sea un poco de más de mala leche a la hora de afrontarlas o falta de predisposición en el que esto escribe. Con su último disco como eje, picaron también en los excelsos “Cold blue sky” y en su debut homónimo. Arrancaron con nervio rock (“Something beautiful”) y se explayaron en melodías y ritmos caústicos de su último lp (“Befote I let you down”, “The crow’s caw”, “The cure”), culminando una primera parte resultona con “la canción que al Springsteen más cercano en el tiempo le habría gustado componer”, “The losing end”, un compendio del sonido Whybirds: melodía, pristino juego de voces y el rockanroll con mayúsculas. Mantuvieron el tipo con electricidad y distorsión, aunque los temas no se salieron del canon y repiquetearon parecidos. De esa norma se salieron con “Foolish Heart”, finiquitando el concierto rockeando aguerridos en “Morning Light” y “Girl is on fire”. Bis intempestivo con “Before I go crazy” y la pena de que no le dieran al “Fuckin’ up” de Neil Young como en otros episodios de la gira.
Rock on!




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1 comentarios

  1. Jose Navas // 26/2/14  

    Me gustaria que leyeras este enlace.
    El tema es que te he nominado para un premio a tu blog. Un saludo.
    http://josenavasheredia.blogspot.com.es/2014/02/redondo-y-con-agujero-nominado-los.html