Por Larrypas

Tras más de un mes sin conciertos que llevarme a mis ojos y a los de mi cámara, la presencia de Radio Moscow en Bilbao alivió la espera e inició un periplo concertil a lo largo del mes de febrero que resarcirá el páramo en que se convirtió enero en el Bilbao musical. Exponentes del bluesrock más sucio, pantagruélico en el riff y exagerado en el solo, se presentaron en el estado con sólo cuatro citas, quizás en las ciudades más activas dentro del panorama musical: Madrid y Barcelona, claro, además la que nos ocupa, en el Kafe Antzokia bilbaíno y San Sebastián.

Conviene decir que el que esto escribe no los tiene entre sus artistas fetiche, que apenas conoce algunos temas vía spotify y que lo que escucha, aun disfrutable, no los convierte en moradores de su discografía. Pero el largo periodo en barbecho aviva el atrevimiento; la amabilidad de la promotora (Luis Muskerra) hizo el resto, así que a las diez de la noche estaba plantado en las escaleras del Antzokia departiendo entre colegas de objetivo. Y es que la impresión de sequía musical del mes de enero parece ser que no era sólo cosa mía y allí nos juntamos seis foteros, ciscándonos y acordándonos todos, por cierto, de la parentela menos próxima (que la madre y demás no tiene ninguna culpa) del técnico de luces. Virguerías hubo que hacer para lograr una foto publicable entre focos rojos y poca luz, hubo que tirar del odiado flash en algún caso y del socorrido blanco y negro salvador.



Con una entrada bastante más que potable y con bastantes féminas en derredor los Radio Moscow saltaron al tablado antzokiano con veinte minutos de retraso y desde el principio marcaron a las claras por dónde iban a ir los derroteros del show. Riffs monolíticos, solos excesivos, wah-wah repetitivo, un bajista hierático pero sólido y un batería descomunal que golpeaba los parches con tino y que fue lo mejor de la noche.



Con un sonido mejorable, sobre todo la voz, aplastada por el maremágnum guitarrero, pasearon por los territorios del blues sólido y macizo y del rock más oscuro de tintes sabbathianos. Con las primeras filas entregadas, féminas danzando en trances psicodélicos y unas proyecciones de pretendida sofisticación (retroproyectores, un poco de agua, mistol, láminas de colores y, en palabras de Koldo Hellyeah, un remedo de Sergio, el de Sergio y Estíbaliz, a los mandos; bueno, dando vueltecitas al invento), Parker Griggs y sus secuaces sonaron compactos, destilaron poca psicodelia (mucho más presente en sus discos) y no dieron pábulo a medios tiempos. Su bluesrock robusto forzó la filigrana guitarrera y la sucesión de riff-solo, riff-solo hizo que su propuesta se desdibujara con el transcurrir del concierto hasta parecer todas la misma canción.



Empeño y fe en su propuesta no faltaron, técnicamente son superlativos, aunque se echó de menos temáticas musicales más variadas, flirteos con estilos aledaños y quizás un segundo guitarra para dar más empaque a sus composiciones. Pero lo que hacen, lo hacen bien y a la peña le gusta; para si lo querrían multitud de bandas.

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3 comentarios

  1. Anónimo // 8/2/13  

    Y digo yo, si este estilo no es lo tuyo, mejor te quedabas en tu casa y escribía otro la crónica... Sin duda mi abuela escribiría una crónica sobre el rap satánico mas productiva y mas objetiva que la que nos ocupa...
    Me alucina ver la gente que se cree con derecho a escribir hoy dia y encima tiene la cara dura de llamarlo opinión.

  2. Anónimo // 14/2/13  

    Amigo anónimo. Escribiendo en este blog estoy expuesto a opiniones como la tuya y las acepto de bueno grado, aun sin compartirlas en absoluto. Cuida de tu abuela (supongo que ya lo harás); tiene que ser la caña.
    Larrypas

  3. Rocklive.es // 14/2/13  

    Solo faltaría que no puediesen escribir su opinión en el blog personas que han visto cientos de conciertos en su vida. Para eso está este blog, para opinar, pero siempre con educación.