Ya me imaginaba que después del huracán Farris iba a ser difícil que los siguientes conciertos consiguieran emocionarme de la misma manera. Los artistas que vinieran a continuación lo tendrían realmente difícil para conseguir acercarse a los niveles de intensidad del ex Screamin’ Cheetah Wheelies y la primera en sufrir los efectos ha sido la buena de Lady Dottie con sus Diamonds.
Y hay ciertos nexos que les unen, varios aspectos coincidentes en sus biografías recientes. A saber, un disco presentado hace ya bastante tiempo, el soul como referente y unas giras interminables en donde Europa tiene un sitio clave. Pero hasta ahí llegan las similitudes; sobre el escenario se hicieron más patentes las diferencias que las cosas que les unen. Pero bueno, como de recuerdos tampoco viven estas reseñas, habrá que centrarse en la protagonista de la jornada del jueves en el Kafe Antzokia bilbaino, que presentaba una entrada bastante potable.
La Dottie salió al escenario tarde, con algo más de media hora de retraso, enfundada en un traje galáctico por los brillos y sobre unos tacones de vértigo. Previamente la banda había perpetrado un tema fácilmente olvidable a mayor gloria del guitarrista y el encargado de los marfiles, pero, como casi siempre, la sección rítmica fue lo que más me gustó, fuerte y acompasada, delimitó los territorios sobre los que discurriría el show.
Cuando salió la reina del cotarro todo devino en una burbuja sonora que envolvió en ritmo su voz. A partir de aquí el concierto se encaminó hacia un desparrame soul fiestero pero me parece que no llegó a la meta deseada. Los temas se sucedían y la verdad es que no ocurría nada, por lo menos en mi caso, que tengo su disco como una amalgama de alma con toneladas de fuzz que me gusta, pero que en directo no consiguieron transmitir, o yo no supe captar.
No significa todo esto que Lady Dottie no entretuviera a la peña; lo hizo más cuanto más se acercó al soul & roll de su lp homónimo (aquí la banda centelleaba, comedida en el exhibicionismo), bajando el pistón en sus acercamientos al blues, rítmicos pero faltos de garra, con la excepción de una versión soulera y arrastrada del “Honest I do”. En esta tesitura el concierto discurrió sin sobresaltos con Lady Dottie cómoda en su papel de maestra de ceremonias, con el guitarrista crecido en demasía y con un repertorio que no te agarraba por el cuello. Y, como casi siempre, lo mejor vino al final con una versión del “Come along together” más rockista y menos psicodélica que en el album, y un “I ain’t mad at ya” un poco plano en la ejecución pero que tiene fuerza por si solo.
Quizás esperaba demasiado de una artista que asombró con su disco, pero que no deja de estar un peldaño por debajo de las luminarias del género, tanto en fondo de armario musical, como en actitud.
Por Lorenzo-Larrypas
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Rocklive.es
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lunes, octubre 18, 2010
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