Viernes por la noche en un caótico Madrid empapado por una lluvia persistente que hacía que el tráfico, y el aparcamiento, fuera más imposible de lo habitual y mucha expectación en una pequeña Sala Wurlitzer donde Israel Nash Gripka, una de las mayores sensaciones musicales de este año y autor de Barn Doors And Concrete Floors, para el que escribe entre los tres mejores cds editados esta temporada, se presentaba en concierto en su primera visita a España.
Desde que un promotor nacional me descubriera al cantante de Missouri las ganas de que llegara la fecha de su concierto iban en aumento y no sé si fueron las excesivas expectativas que deposité en él o la transformación del cantante y de su discurso sobre el escenario, pero algo hizo que tras los raquíticos 70 minutos que estuvo sobre las tablas saliera por la puerta de la Wurlitzer caminando (contento) cuando realmente esperaba haberlo hecho flotando.
Israel tiene dos discos editados, New York Town (el título lo dice todo me comentaba un compañero de conciertos antes del comienzo) con un sonido más urbano y cercano al sonido de John Mellencamp o (según los sesudos críticos musicales) a Ryan Adams (tampoco creo que este sea ejemplo de estilo para nadie) y el mencionado Barn Doors donde "florece" su vertiente más folk y campestre, donde suenan las guitarras acústicas, los banjos, los teclados Wurlitzer y las mandolinas y donde Neil Young reina por todas las canciones, donde se escucha a un Fogerty emocional y muy apegado a la tierra, con canciones que Springsteen lleva soñando casi dos décadas, y que cuando necesita rockear compone dos temazos del calibre de Louisiana y Baltimore y parece que alguien ha desempolvado el Exile On Main Street de Sus Satánicas Majestades con ese ritmo que te hace bailar de manera contenida y casi mística.
Pero la conversión al directo, como decía, cambió la manera de fluir las interpretaciones de manera notable. Cierto que siempre contamos, y esperamos, ese plus de sudor, vatios e intensidad que solo se puede disfrutar en el estado más puro del artista, cuando está en el escenario, pero quizás el intentar hacer más rockero su discurso, prescindir en todo momento de las guitarras acústicas y electrificar en demasía las composiciones le restó a mi entender capacidad de diferenciarse de muchas propuestas, máximo cuando su auténtica arma musical no es ni su voz ni su pericia musical sino la facilidad con la que crea composiciones sobresalientes que necesitan un espacio para respirar y mostrarse con todo su valor.
Con un formato de dos guitarras eléctricas, reconvertida una de ellas en ocasiones en pedal steel, bajo y batería, Israel se presentó eufórico y vibrante, hiperactivo a pesar de las pequeñas dimensiones y con muchas ganas de ofrecer un show bailable de viernes noche. Pronto sonaron Goodbye Ghost y Four Winds (Dios mio que canción más impresionante) de manera enlazada y apenas dio tregua para presentar alguna canción que aparecerá en futuros trabajos (Cocaine o Wichita) y para beber e intentar aminorar los efectos de la gira sobre una voz que según se sucedían los temas se rompía en demasía.
Así que cuando empezaba a cogerle el pulso a lo que tenía enfrente (soy de lenta degustación) y tras un triunvirato invencible (las citadas Louisiana, Baltimore y Fool´s Gold como colofón) se retiró con 45 minutos de concierto a cuestas y solo el grito unánime de los presentes le hizo salir por dos veces, una para tocar la nueva Wichita y una cover de Like A Hurricane que se aceleraba según avanzaba, y una segunda vez para un tema acompañado solo con su guitarra y de ahí corriendo a la puerta de salida (ni siquiera se quedó a firmar alguno de los numerosos cds y vinilos que vendió a precios más que discutibles en su puesto de merchandising) para no regresar más.
No puedo decir que fuera un mal concierto, que no lo fue, pero quizás esperaba otra cosa, más intimista, sincera y orgánica, más arraigada a parámetros más folk y a la América profunda, y menos "rockero", o quizás si hubiera tocado más tiempo le hubiera dado oportunidad a ofrecer otros aspectos de su música. A veces uno añora los salvajes 80s donde las hordas heavys cuando no estaban satisfechos con lo recibido arrasaban con todo, claro que ahora somos más civilizados....
Por Fran Cea
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domingo, noviembre 06, 2011
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