Fotos y texto: Lorenzo Pascual

Ya han dejado de ser una apuesta, un grupo que le daba al blues en Leioa, cerca de Bilbao. Con toneladas de conciertos en su haber, paso por festivales del género y próximas giras internacionales, los Travellin’ Brothers se han convertido por derecho propio en referente del género en el estado, en una de las mejores bandas de blues que rondan Europa y que, cuando cruzan el charco, dan en el morro a cuanto yanki se les cruza con ese aire de suficiencia que da el vivir en el país que inventó el género. Con su big band lo petan (como gozamos en la Aste Nagusia bilbaína), sin ella pierden matices pero ganan pegada y, encima, llevan un tiempo acercando a puntales del género, de allende los mares, que de otras maneras no tendrían su espacio.



Así, el pasado viernes, en Leioa, y en el marco de una gira que les ha llevado por varios locales de la zona y cercanías, se presentaron junto a Andy J. Forest, armonicista blanco con más de cuarenta años de carretera que nos deparó un viaje por Nueva Orleans. Principiaron los Travellin con temas de su último disco, transitando por Magnolia Route, para dar paso al blues sudoroso de Andy que nos contó historias (no pudo salir de la ciudad cuando el Katrina porque tenía el coche estropeado; algo así entendí), sopló con fuste, golpeó la tabla de lavar a la antigua usanza y conservó el espíritu cajun, aun sin acordeón, en un par de temas en los que la concurrencia no pudo dejar de mover los pies.

Los Travellin oficiaron en retaguardia, cubriendo las espaldas a su invitando, y saltando a la palestra cuando tocaba. “Love, joy and happiness” sonó festiva, aunque a mi me ganan con los ritmos country de “Song for you (always there)”, un temazo que debería darles gloria y sí, joder, algo más de pasta. Yo tengo ganas de oirla con algo más de raspa eléctrica, pero eso son cosas mías. Y el concierto fue pasando con recuerdos al Katrina, a sus consecuencias y a la dejadez del gobierno de Bush (“Let them die”), Andy relajado y contento con la banda, miradas de complicidad y mucho blues, que es lo que cuenta. Seguimos disfrutando.

Artículos relacionados