Texto: Jorge Escobedo / Fotos: Larrypas

Que Johnny Winter es una leyenda del blues nadie lo discute. Y que el paso del  tiempo ha hecho mella en su figura, tampoco. Con todo esto, nos dispusimos a disfrutar del bolo del tejano albino el pasado lunes 12 de mayo en la sala BBK, gracias al ciclo “Music Legends” que tantos y tan buenos conciertos nos está proporcionando en la capital. Johnny se encuentra de gira para conmemorar sus 70 primaveras, y era una cita ineludible para cualquier aficionado a la música nacida a orillas del Mississippi. Habiéndome quedado en un primer momento sin sitio en el local (demasiados conciertos y la cabeza no da para tanto…), no tardé en agenciarme una localidad en segunda fila para no perder detalle del desarrollo de la velada.

En una sala BBK que había colgado el cartel de “no hay billetes” muchos días antes, y tras la emisión del tráiler del documental sobre la vida de Winter “Down and Dirty”, salieron a escena Paul Nelson a la guitarra ( gracias por recuperarnos a Johnny), Scott Spray al bajo y Tony Curiale a la batería (aún hoy me pitan los oídos), para comenzar con un instrumental al cual se incorporó Winter en su parte final. La salida de Johnny me hizo temerme lo peor. Encorvado, a pasitos, con ritmo lento, hasta llegar a un taburete, que no abandonaría en todo el show…uffff. Pena. Lástima. Su antigua adicción a la heroína, así como otras causas provenientes de su albinismo (su casi total ceguera) y el exceso de años en la carretera, dejaban patente que aquello podría ser un desastre.



Tras el instrumental, le toca el turno a “Johnny B Goode”, un himno del sempiterno Chuck Berry, en clave blues. Desastroso. La voz de Johnny casi es ininteligible, y él y la banda no conectan en ningún momento. Parece perdido. “Good morning little schoolgirl” no alcanza su máxima expresión. La potencia de la banda tapa a un Johnny que no sabe muy bien qué hacer. Si Sonny Boy Williamson se levantara de su tumba… Y entonces aparece la leyenda y el genio. Todo lo tirado por la borda anteriormente lo recupera con una versión del “Get my Modjo Working” que popularizó su buen amigo Muddy Waters (al cual produjo sus tres últimos discos y lo sacó del ostracismo), que tira de espaldas. Las manos de Johnny cabalgan por el mástil y nos las muestra con la sutileza de antaño. Bravo. Las serpientes de su sombrero parecen más salvajes que nunca y los tatuajes que decoran su cuerpo cobran vida propia. Esto se anima. “Blackjack” de Ray Charles lo corrobora. Maravillosa interpretación, con un trabajo vocal de Johnny perfecto, el mejor de la noche. Se alarga hasta el infinito y se le ve disfrutando. “Killing Floor” avasalladora. Enérgica y electrizante, cediendo protagonismo a Paul Nelson. En “Bonie Moronie” vuelven los fallos y el sonido fuerte de la batería tapa al pobre Johnny. Ahora es el turno de sus satánicas majestades con un trotón y algo desdibujado “Jumpin' Jack Flash”, recuperando el nivel en “Don't Take Advantage of Me” con un final mezclado con “Gimme Shelter”, que nos muestra al Winter más agresivo, aquel que se convirtiera en el rey del blues rock a finales de los 60.



Disfruto. Con la mágica “It´s all over now” en una liturgia blues a todo trapo, pone punto y final a su actuación antes de volver para un par de bises, donde dejó claro que aún le queda cuerda, y que si su voz ya no es la que era, sus dedos todavía tienen algo que decir. Elmore James compuso “Dust My Bomb”, pero Johnny la hace suya. La lleva a otra dimensión. El slide acaricia las cuerdas y nos golpea el corazón. Duane desde el más allá estará sonriendo… Y acabamos con la canción que puso en mi vida a Johnny Winter.

Todavía recuerdo el momento en el que escuché aquel “Highway 61 Revisited” en el tributo por el 30 aniversario de Bob Dylan (siempre él…). Quedé totalmente impactado por la interpretación de aquel albino hasta el momento desconocido para mí. Joder, y ahora le tengo a escasos 5 metros!!!!!!! Maravillosa vida… La ejecuta con la misma maestría que su predecesora y tras una sonada ovación abandona el escenario volviendo a dejar patente su fragilidad…

No será el concierto de mi vida, ni posiblemente uno de los de este año, quizás la semana que viene ya no me acuerde de él. Pero una cosa tengo clara. Cuando tenga familia, les pondré ese “Highway 61 Revisited” a todo trapo para que sepan quién fue el bueno de Johnny.

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1 comentarios

  1. Víctor Hugo // 16/5/14  

    Hace ya más de 5 años que le vi en Madrid y salió de la Joy arrastrando los pies y llevado a cuestas por unos escoltas... Y el balance final fue similar al tuyo: no vimos al Johnny del 69, pero vimos a uno de los mejores guitarristas de la Historia del Rock, y eso se queda para siempre.