Por Larrypas
Punto y final al año musical para el que esto escribe con el concierto de Tom Russell en la Sala BBK de Bilbao en el marco del Musiketan. Desconocido para mi hasta recientes fechas, vía Spotify descubrí a un artista en la línea de los grandes storytellers americanos. Canciones impregnadas de escenas cotidianas, de contenido dramatismo y de letras efectivas que nos retrotraen igual a la América profunda que a ciudades paradigmáticas. En 2011 publicó su última galleta digital, “Mesabi”, en el que compartían protagonismo el rock con tiempos lánguidos de country, en ocasiones, pelín irreverente.

Para su cita bilbaína contó con la colaboración de Thad Beckman a las cuerdas, un pedazo guitarrista que lo mismo construyó ritmos, que se lanzó al punteo, prístino a veces, aguerrido las más, y que bebe, entre otras, de las fuentes del blues más clásico. Y bien que lo demostró en rasgueos evocadores del blues taciturno de Lighting Hopkins o volando sobre el mástil emulando el fingerpicking de Mississippi John Hurt.

Y así a las ocho en punto de la tarde y ante una mediada Sala BBK, poblada de gente variopinta (los talluditos de siempre, entre los que me incluyo ¡ojo!, más féminas que de costumbre y algún jovenzuelo despistado), Russell desplegó sus armas durante 75 minutos en un espectáculo acústico que, como siempre, nos dejó con las ganas de más electricidad, secciones rítmicas contundentes y algún que otro deje de metales. Derrochó simpatía en las presentaciones de los temas y lo intentó con el euskera pero se quedó con un “kaixo” que utilizaba lo mismo para dar las gracias, que como interjección exclamativa (y eso que tenía chuleta con los eskerrik asko, gabon,.. de rigor), dando vida y chispa a un show que, de otra manera (más sosa), habría caminado por veredas menos divertidas.



Transitando por la frontera Russell & Co. desgranaron canciones trufadas de mixtura, veleidades mexicanas y medios tiempos de rockanroll. “Guadalupe” principió el concierto campechana, para tirarse después al rock de “Mesabi” (¡¡qué buena es esta canción en el disco!!) y desgranar homenajes varios como el dedicado a Liz Taylor en “Furious love” (vivió en Juarez durante seis meses en el hotel de su primer marido), o a la triste caída de Cliff Ukelele Ike en “The lonesome death of Ukelele Ike” (fue la voz de Pepito Grillo y Pinocho para la Disney y murió abandonado entre drogas y alcohol).

Con una voz madura y sobrada, despachó versiones de Dylan, glosó a una de las grandes (“Nina Simone”) y nos invitó a participar en los coros guays de “Stealing electricity”, juguetona y que marcó una de las cimas del concierto. Los estilos se entrecuzaron, y entre anécdotas (alguna descacharrante como cuando cogió su primera curda con 10 años en un concierto de Lighting Hopkins a cuenta del güisky del artista) deambuló entre el country retozón, el rock de salón de “Haley’s comet” y una “Jai alai” extraña por estos lares, con menciones a Bilbao entre soniquetes morunos y aflamencados, entre los que Bechman se encontró en su salsa emergiendo con la guitarra. Tras el bis, corriendo al puesto de merchandising él y nosotros; me agencié el Mesabi firmado y me fui para casa más contento que unas pascuas.

A ver si el año que viene es tan bueno en lo musical como el que acaba. Rock on!!

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