El concierto de Stacie Collins en la burgalesa Estudio 27 fue una demostración de profesionalidad y ganas de disfrutar del rock and roll que dejó satisfechos a los apenas 25 valientes que desafiamos al enésimo evento futbolístico del siglo (o de la semana) y al inicio de las vacaciones y sustituimos el “opio del pueblo” (pan y circo que decían los romanos) por el veneno para el alma que es la buena música.
Stacie Collins viene de Nashville y tiene tres discos editados, los dos últimos con el aval de la producción del gran Dan Baird (con quien ha girado en varias ocasiones) y en su banda figuran nombres tan emblemáticos como Warner E. Hodges (guitarrista de los Homemade Sin del propio Baird y de Jason And The Scorchers) que en esta gira fue sustituido por un joven guitarra con menos garra y más vena blusera y su marido Al Collins (también bajista de Jason And The Scorchers) a las cuatro cuerdas.
El estilo se centra en la vena más comercial y americana del sonido de Nashville y por su batidora musical pasa el country más accesible de rodeo, el blues al estilo de Chicago, algunas baladas (quizás su punto más débil) y sobre todo el gusto por el rock puro al estilo Georgia Satellites, donde se encuentra más a gusto y donde sus composiciones enganchan con más facilidad. Todo aderezado por una presencia escénica arrebatadora (sombrero vaquero incluido) y por su maestría en el uso de la armónica que tocó con profusión y que en muchas composiciones toma el protagonismo total de la canción por encima de los típicos punteos de guitarra.
Durante la hora y media larga que estuvo sobre el escenario de la Estudio 27 demostró que Stacie vive para el directo y que disfruta sobre manera sobre las tablas. Repasó casi al completo su último trabajo, Sometimes Ya Gotta…, obvió su disco de debut y encandiló con sus movimientos sugerentes, su actitud rockeras (el paraíso para los fotógrafos que obtuvimos un catálogo completo de poses), su simpatía con el respetable (repartió besos a todos los presentes) y una entrega que la llevó a bajar a tocar entre el público o subirse a la barra del bar a hacer un solo de armónica.
De esta manera el country mainstream de I Won´t Do Ya Like That (que podría haber firmado el mismísimo Garth Brooks) o The Very Last Time (con un toque un poco más redneck, más Yayhoos), el honky tonk de A Good Man o Tied To You, más cercano a los Homemade Sin de Baird, el blues de Cool o los trallazos rockeros de las fieras Lend The Devil A Hand o Baby Sister se combinaron con versiones de los Stones (Happy, interpretada por su guitarra), I Ain´t Got You (Yardbirds) y It´s a Long Way To The Top de AC/DC (que sonó muy bien ya que la voz de Stacie dista mucho del tono meloso de bandas como Dixie Chicks) solo de armónica incluido que pusieron a los pocos presentes a bailar y nos trasladaron a todos a alguno de los bares de moteros americanos con banda en directo que tanto vemos en las películas, ya que todo el show tiene un componente “Made in USA”, quizás excesivo, que te hace buscar tras el escenario el logo luminoso de la Coca Cola y en la barra un par de rubias bailando al más puro estilo Bar Coyote.
Pero quizás sea esta su gran baza ya que este tipo de shows son muy poco frecuentes por estas latitudes y además los amantes del country (aunque sea en su versión más edulcorada) no tenemos demasiadas ocasiones para disfrutar con estos conciertos.
Sin embargo cuando acabe el año no creo que tenga dudas de que esta fecha figurará en el top ten de lo mejor que haya podido ver, por diversión, canciones y entrega. Deberían tomar nota muchas bandas que pierden el respeto por las audiencias cuando la afluencia no es la deseada por ellos o cuando simplemente “no tienen el día”. Seguro que Stacie Collins está plantando una “semilla musical” que habrá de germinar si repite gira por nuestro país.
by beerbeer
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Rocklive.es
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miércoles, abril 27, 2011
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Fran Cea
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