Texo y fotos: Lorenzo Pascual
El pasado lunes, día concertil atípico donde los haya, se presentaba en el Kafe Antzokia bilbaíno la propuesta minimalista (guitarra y batería) de los americanos Little Hurricane. Presentaban Gold Fever, un tratado de blues "sucio" en el que tiene mucho que ver la guitarra, tosca en su fraseo, de Tone Catalano (de gesto poco expresivo), siempre secundada por la batería de la bella C.C. Spina, cadenciosa en la pegada, luminosa, siempre con una sonrisa que resplandecía y que nos hacía congraciarnos con un instrumento lastrado muchas veces por el empeño de los oficiantes (casi siempre hombres) en demostrarnos lo rápido y lo duro que saben tocar.
Diez minutos más tarde de la hora prevista y ante una sala que presentaba una entrada más que potable para el día que era, Tone y C.C. entraron quedos al escenario. Ella descalza y con las botas camperas en la mano y él apocado, se hicieron con sus instrumentos y, durante una hora y cuarto poco más o menos, dieron rienda suelta a unos temas que beben directamente en las raices del blues pantanoso pero que amplían su punto de mira cual paleta musical en la que caben sonidos rugosos y riffs etéreos. Con una pedalera de efectos espectacular, éstos no confunden y se integran perfectamente en unos temas cortos y directos a la yugular.
Las canciones de sus dos discos se van sucediendo, quizás pelín monocordes, sin picos que subyuguen, pero también sin bajadas en la tensión. Abren con “Trouble Ahead” potente tratado de guitarras vociferantes y ritmos sincopados y mantienen la tensión con temas de su primer disco (Homewrecker, 2011), “Get By” y “4th Of July”. La guitarra de Tone echa chispas en “Summer Air”, los ritmos machacan neuronas y suben las pulsaciones de un concierto que, en ese momento, sube enteros a lomos de versiones (tienen un album de versiones de descarga gratuita en su bandcamp) llevadas a su terreno, al desierto pedregoso unas veces y otras a los humedales del pantano. Los acordes del “Money” de Pink Floyd no sorprenden del todo en su desarrollo pero el “Bad Moon Rising”, de la madre de todas la bandas, la Credence Clearwater Revival, suena excitante y, poco después, “Ain’t No Sunshine” (Bill Withers) destila soul cavernoso. En el medio sube la tensión con “Superblues”, quizás su tema más conocido, presentan su nuevo tema “Mountain Señorita” y en “Give Em Hell” C.C. Spina agarra la mandolina aunque lo hace mejor a los parches.
El concierto se acaba tras sesenta y cinco minutos con la slide echando chispas y Tone peleando con los efectos en “Crocodile Tears”, para dar paso a “Haunted Heart” y a un bis con una “Grand Canyon”, que suena como tal, un cañón. C.C. se calza las botas de nuevo y a firmar discos y alternar con la parroquia. Vendieron mucho. Buena señal. Rock on!
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