
El pasado día 11 de octubre se celebró en la Sala Santana 27 de Bilbao una nueva edición del Festival Wop en formato reducido (pasó de dos a un día), que destina sus beneficios al estudio de enfermedades raras y/o neurodegenerativas. Culebrón de los últimos tiempos, tuvo que cambiar su ubicación del Pabellón de los Deportes de Bilbao a la citada sala por mor de problemas insalvables con los dos grupos que iban a ser cabeza de cartel de los dos días estipulados. Y se notó sobre todo en la afluencia de público, mucho menor que el año pasado. Una pena, y es que el propósito merece mucho más que nuestra admiración y reconocimiento.
Y quien nos lo iba a decir pero acabamos echando de menos la comodidad del pabellón. Por sus asientos que hubieran venido de perlas a nuestras cansadas piernas y por sus barras y bocadillos recién hechos. Pero pelillos a la mar que el cartel pintaba bien y el objetivo era loable.

Principió la velada de forma puntual la Wop Band, que desgranó su cancionero en inglés y castellano sobre la base del rock de guitarras. Tras no verles en la edición del año pasado, este año hice propósito de enmienda y me encontré con una banda engrasada, en formato quinteto, que se despachó eléctrica sobre las tablas, con referencias en lo musical a su amigo Steve Wynn y que creció en sus temas más conocidos. “Sigue pintando, sigue escribiendo” y “Trece de octubre” estremecen, pero no dan pábulo a la tristeza que deviene en alegría bailonga con “Today is my future” (el del flashmob) con coreografías de salón ejecutadas, eso sí, sólo por el personal femenino. Los tíos, que somos más comedidos o más vergonzosos. Son siempre los primeros en aparecer y son más que dignos.





Antes de los cabezas de cartel, Lightnin’ Malcolm (bajista para la ocasión de NMA) nos ofreció un set minimalista en plan “yo me lo guiso yo me lo como” y tocando guitarra y bombos se desparramó en el blues, se acercó al boogie y nos sorprendió por su propuesta naif dentro del festival, sobre todo teniendo en mente el puñetazo sónico de Capsula.

Y con poco retraso sobre el horario previsto, hicieron su entrada los cabezas de cartel de la velada, North Mississippi Allstars, para presentarnos su nuevo disco “World boogie is coming”, un paso adelante a la caverna del blues, de ritmos sincopados e hipnóticos y en donde la percusión campa a sus anchas, igual que lo hizo a lo largo de su concierto. Sorpresivo sí, sobre todo si tenemos en cuenta a su rodaja digital anterior, más cerca de sonoridades rock y en donde las guitarras dominaban retozonas. Hermanados con el boogie, picaron en el río que les da nombre, lanzando bocanadas de groove que dejó a la peña estupefacta. De buenas a primeras Luther Dickinson, guitarrista que le da a todos los palos, agarró el bombo y abordó sonoridades guturales para abordar una “Ma Babe” (Dixon) percusiva, pasada por el túrmix de la ciénaga. En formato trío, con Lightnin’ Malcolm al bajo y su hermano Cody a la batería, NMA desgranó un repertorio de raíz, de boogie deconstruído, en el que cupieron sus referentes (R.L. Burnside), se intercambiaron los instrumentos y aportaron otros nuevos (aunque ya vistos) como la guitarra de dos cuerdas hecha con una lata, con la que abordaron “Rolling & Thumbling” o la tabla de lavar con wah-wah. El akelarre sonoro iba in crescendo, uniéndose a él el aspecto más teatral de su show con máscara veneciana del Doctor Peste por medio y con un paseo entre el respetable al ritmo de los tambores. Con ellos el blues toma nuevos caminos, acordes con los tiempos, y se revitaliza y mineraliza de forma ejemplar, aunque, reconozcámoslo, no es para todos los públicos. Una excelente manera de pegar un puñetazo en la mesa y sentar sus reales.

Con ellos se acabó la fiesta del Festival Walk On Project y que siga que, desde Rocklive.es, ahí estaremos. Rock on!

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