Noche de sábado pletórica en lo musical la del pasado 5 de noviembre en Bilbao. Cuatro conciertos apetecibles pero lo que llamaba más a este escriba era la visita del nuevo fulgor country de Sam Outlaw. Su disco, ‘Angeleno’, ha copado mi reproductor en casa, en el coche, en el móvil y hasta en el trabajo. Un disco de impecable ejecución, de melodías prístinas y juegos vocales de relumbrón, que había que catar en directo. Allá por julio me quedé con las ganas, pero el bueno de Sam y sus acompañantes, Reverend Baron y Molly Parden, se embarcaron en una nueva gira europea de cinco semanas que tuvo su remate y colofón en la capital del mundo, como tiene que ser.
La sala fue una sorpresa. Era la primera vez que acudía al Cotton Club y me descubro ante una sala coqueta, ideal para conciertos de pequeño formato y, lo mejor, con un juego de luces que, aunque fijas, hicieron las delicias de este también vuestro fotógrafo. La sala se llenó (creo que habría llenado también la Kutxa Beltza del Antzokia) de gente variopinta en la edad, en el aspecto y en los estilismos, aunque todos expectantes.
Principió Reverend Baron (A.K.A. Danny Garcia) con rock intimista de baladas tristes y que a mi me dio la impresión de que ganaría con un poco más de garra. Las tonadas ahí estaban pero faltó un poco de mala leche.
Y a las nueve Sam Outlaw se calzó su guitarra, sus acompañantes las suyas, y se lanzaron por la senda del country íntimo, con unas pinceladas de honky tonk por aquí, aires mexicanos por allá, todo ello “amenizado” por los chascarrillos de Sam. Juegos de tres guitarras que sostenían unas canciones que destilaban clase. “Love Her For a While” principió el concierto y confirmó todos los augurios que preconiza su disco. Sam defendió lo triste como forma de afrontar los temas, incluso los alegres.
Una forma de cantar al desamor, a los amores lejanos e, incluso, a su amor por Jesucristo, fiel creyente él aunque dijera “fuck” y le gustara el “fuck” en todas sus vertientes. ‘Angeleno’ sonó casi entero, con una “Ghost Town” minimal y una “Country Love Song” en el pico de la noche. Solidario, Sam dio cancha a sus escuderos, en solos de Danny Garcia, y cediendo el micro a Molly Pardenen la versión de “Someday Soon” de Ian Tyson (descubrimiento de la noche ya que no le conocía).
En fin, la oferta era pantagruélica, habría ido a los PrettyThings, que dicen las malas lenguas que dieron un concierto estupendo, pero no me arrepiento de haber caminado por el lado más cool del country americano. Volvería a pecar.
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