Fotos (Zentral, Pamplona): Lorenzo Pascual (web)
El pasado sábado día 12 de junio, asistimos en el Kafe Antzokia de Bilbao, al último concierto de la gira que el gran Mike Farris ha llevado a cabo por nuestro país. Y como nos tiene acostumbrados, volvió a dar un auténtico recital sobre las tablas. Un Farris enorme a la voz, y con una actitud que tira de espaldas, nos recordó el por qué es uno de los tipos más queridos de este negocio. Tras una semana leyendo todo tipo de crónicas de sus actuaciones, la duda de si merecería la pena ir me rondó durante algunos momentos. Que si versiones muy manidas, que si nada de su propio catálogo, que si poca pasión, que si todo muy medido… Un minuto le bastó al bueno de Mike para desmontar todas y cada una de esas afirmaciones.
Aun coincidiendo con el festival Music Legends, celebrado a escasos kilómetros, la sala registró una magnífica entrada, rozando el lleno, y con un público totalmente entregado a su ídolo desde el primer acorde y el primer rugido de su portentosa garganta. Un show, con formato de dos set, y con un descanso de unos quince minutos entre ambos. Una banda, The Roseland Rythm Revue, más roquera que nunca. Y un predicador, Farris, en auténtico estado de gracia, son los encargados de ofrecernos uno de los mejores conciertos en lo que llevamos de año. Y sin ningún género de dudas, el mejor concierto que ha dado Farris en sus últimas visitas.
Ataviado con sombrero cowboy, pañuelo rozando el cuello, y camiseta homenaje a su querido Malcom Young, se encarga de abrir la velado con un “Precious Lord, Take My Hand” roquero, dejando de lado la versión góspel de su disco “Salvation In Lights”. Se suceden un enorme “Ain´t No Grave Can Hold My Body Down”, “Jonah and The Whale” de JB Lenoir y una versión del “25 Miles To Go” de Edwin Starr, con Farris interactuando de manera fascinante. Tuvimos tiempo para disfrutar de un precioso “I Never Loved A Man” de la reina Aretha Franklin, a cargo de una de sus coristas. Se metieron en la piel de los Staples Singers en “I´ll Take You There”, y recordaron al tristemente fallecido Prince, en un emotivo “Purple Rain” coreado por el respetable.
Pero sin duda, el momento mágico de la noche vino al comienzo del segundo set. Mike, sentado y armado con una guitarra acústica, disparó a los corazones de los allí presentes con tres emocionantes interpretaciones de canciones del disco de los Screamin´ Cheetah Wheelies, “Magnolia”, su obra magna. “Magnolia”, Gyspy Lullaby” y “You Are” valen de por si el precio de la entrada. Momento eterno. Y que no hace sino agrandar las enormes ganas de retorno de la mítica banda. Imposible al parecer, según ha comentado Farris en numerosas entrevistas.
Después de esto, poco importaba ya, al menos para mí. Pero aún pudimos de disfrutar del “Stand By Me” de Ben E. King, de la versión góspel del “Knocking On Heavens Door” de su santidad Dylan fusionada con “Three Little Birds” de Bob Marley. “Power Of Love” de su disco ganador del Grammy “Shine For All The People” fue otro de los momentos de la noche con un Farris excelso. “Proud Mary” de la Creedence Clearwater Revical los disfrazó de Ike & Tina Turner, con un trabajo excepcional de su otra vocalista. El blues sureño hizo su aparición en “Pride Of Joy” de Stevie Ray Vaughan, y “This Little Light Of Mine” trajo la tonada de las misas de New Orleans. Y no podía haber un mejor fin de fiesta que el clásico de Sam and Dave “Hold On I´m Comig”, con la audiencia totalmente desatada.
Perdóname por dudar en algún momento Mike. No volverá a pasar. Canta cuando quieras, lo que quieras y como quieras. Yo volveré a estar ahí. Gracias.
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