Por Fran Cea
Es probable que el hecho más remarcable del concierto de Helloween en Oviedo durante la celebración de las fiestas locales de San Mateo sea que este se produjo, es decir, que un ayuntamiento apostara dentro del programa por un concierto de una banda de heavy de las de primer nivel en un espacio perfectamente acondicionado y con un precio, 12 euros la anticipada, que invitó a que la gente acudiera en masa y fueran unas 3.000 personas las reunidas en La Eria a la llamada del power metal de la banda de la calabaza.
Y es que Helloween ya presentaron su último trabajo, el muy recomendable Straight Out Of Hell, junto a Gamma Ray este mismo año y aunque ya habían pasado unos cuantos meses no variaron excesivamente su repertorio y siguieron centrándose en su nueva obra.
Complicada la posición de formaciones con una trayectoria como la de los germanos, a punto de cumplir su tercera década sobre los escenarios, que hace ya mucho tiempo que vivieron sus mejores años, y que han seguido componiendo y editando nuevos trabajos a pesar de los incesantes cambios de componentes y los vaivenes del mercado.
Por este motivo los asistentes al concierto de Helloween nos dividíamos entre los que, como el que escribe, hace mucho tiempo que les dejó de prestar atención y esperábamos con ganas la aparición de los clásicos (llamémonos los nostálgicos) y una nueva hornada de chavales que probablemente identifiquen con más facilidad a Andi Deris como vocalista clásico de la banda, su derecho tiene después de casi veinte años al frente, y que recibieron con igual pasión los temas nuevos que los más antiguos.
Sin embargo si abandonamos esta discusión y nos centramos en lo puramente musical lo que podemos extraer del concierto es una banda con un sonido potente en el que su actual batería Dani Loble empuja con potencia y cuyos guitarras, un "extrañamente" de buen humor Michael Weikath y Sascha Gerstner supieron alternar de manera eficiente solos pulcros además de doblar sus punteos en numerosas ocasiones para deleite de una imagen de marca más que identificable.
Sin embargo el tiempo no se ha portado generosamente con Andi Deris. En un estado de forma física desmejorado no tuvo su noche e hizo una actuación de más a menos donde según avanzaban las canciones le costaba aún más poder enfrentarse a los temas. Quizás comenzar con un tema como Eagle Fly Free, que solventó con más que un aprobado, fuera una prueba exigente que necesitó de la extensa Nabatea, probablemente la mejor composición de su reciente obra, para poder tomar aire pero la riqueza tonal con que nos obsequió en Master Of The Rings o The Time Of The Oath (aún recuerdo su gira de teloneros de los infames Maiden de Blaze Bayley donde se ganó el respeto de los fans) en contraposición con la potencia de su predecesor parece, en lo que a este directo se refiere, algo olvidada a pesar de las ayudas en forma de efecto que se disparaban desde la mesa de mezclas.
Lo que si tiene Deris son las tablas suficientes para meterse a la audiencia en el bolsillo bien sea apareciendo con la bandera del equipo de futbol local o haciendo partícipes a todos de los coros en Live Now, haciendonos despertar del letargo, canciones como Where The Sinners Go no ayudaban en demasía a mantener a ritmo alto las pulsaciones, que acabaron de rematar con la balada Hold Me In Your Arms, sensiblera y excesivamente prescindible, que solo una traca final de clásicos, Power antes de abandonar el escenario por primera vez y Are You Metal? (calabazas gigantes incluidas) y el triunvirato de Dr Stein, Future World y I Want Out en los encores (esta última ya cantada por la audiencia ante un Deris que había arrojado vocalmente la toalla) hicieran que los que habían asistido a escuchar los incunables salieran relativamente contentos después de la hora y cuarenta minutos de show y que subieran la nota hasta un "aprobado solvente" en el que se tiró más de experiencia que de frescura musical.
Y sin embargo, como comentaba anteriormente, lo más reseñable es el éxito de la propuesta, reconocida por medios afines al género y por prensa generalista, que nos hace pensar que el ayuntamiento de Oviedo habrá tomado nota adecuada para repetir la fórmula en futuras ocasiones. Al fin y al cabo en esta época de dispendio descontrolado de los escuetos fondos públicos un poco de democracia musical no nos apeará de los problemas cotidianos pero nos ayudará a sobrellevarlos mejor. Que cunda el ejemplo.
A modo de posdata. El recinto espectacular, las instalaciones (barras, aseos, precios, pantallas de video...) estupendos. El sonido, todo lo bueno que el emplazamiento permitía (variaba mucho según te colocaras a uno u otro lado del escenario) pero tener semejante sistema de luces y que en el 99 % del tiempo no se viera las caras de los protagonistas es para fulminar de su puesto inmediatamente al incapaz que manejaba las luces. Aprovechando la pasión Astur por el automovilismo podemos decir que "fue tener un Ferrari e ir a 50 por la autopista". Una pena
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