Por Fran Cea
Creo que a pesar de ver conciertos de manera incesante mi olfato musical sigue completamente taponado. Hace unos meses me hacía eco en este blog de la mini gira que los australianos Tracer hacían en nuestro país aprovechando los shows en los que figuraban como teloneros de Black Label Society y apostaba de manera radical por una formación que por potencial sonoro, imagen y buen hacer sobre las tablas se postulaba como baza segura para ser un grupo de referencia en los próximos años, y por lo visto en la serie de conciertos que los de Adelaida han hecho en estas pasadas semanas por nuestro país queda demostrado que me equivoqué de plano.
Apenas cuatro meses después de esta toma de contacto, con el apoyo de una promotora de caché y publicidad suficiente en todo tipo de publicaciones debería haber sido suficiente para levantar cuanto menos la curiosidad del buen aficionado al rock, y sin embargo los diferentes conciertos se han sucedido sin que hayan alcanzado el centenar de espectadores en ninguno de ellos y sin la repercusión mediática a posteriori que al menos yo les presuponía.
Y me refería a mi olfato musical porque sigo sin comprender como este más que correcto mix de sonidos post grunge, (con Soundgarden por bandera), after rock alternativo (Foo Fighters), stoner suavizado (Queens Of The Stone Age) de influencias clásicas (con Led Zeppelin supurando por todos los poros) no han conseguido congregar ni la mitad de espectadores que cualquier cutre banda de versiones de esas que pululan por todos los escenarios españoles metería en una sala, entonces ¿cuál es el problema? ¿el seguidor del rock prefiere una mal plagio que una banda transparente en sus influencias? Por lo visto, ha quedado claro que sí. No ha sido suficiente tener un disco sólido como Spaces In Between, singles adictivos y radiables como Devil Ride, Don´t Forget My Name, Too Much o ese pedazo de balada llamada Voice In The Rain que a mí me sigue poniendo el vello de punta, ni una imagen atractiva (su cantante y líder Michael Brown levanta suspiros entre el sector femenino) ni estar mucho más rodados en directo para ofrecer setenta minutos de efusividad rockera por apenas 10 euros...y tan solo han sido 35 personas en Barcelona, unas 60 en Madrid, 30 en Valladolid....un desastre que no puede ser atribuido ni al cargado calendario de conciertos ni a la consabida crisis económica. Es cierto que la situación actual ocasiona que las balas que nos quedan por disparar deben ser más certeras y que la escasez de dinero nos hace seleccionar más en todos los ámbitos pero ¿realmente es normal que Wilco congregue a cientos de personas con entradas a casi 100 € y no haya pasta para bandas de este tipo?
Bueno, dejémonos de consideraciones algo demagogas y hablemos del concierto. Yo disfruté de su show en Burgos de Junio y me cité de nuevo con los de Adelaida aprovechando dos fechas consecutivas, la preciosa sala La Boite de Madrid y la cercanía y buen sonido de la Porta Caeli pucelana. Para esta gira presentaban a un nuevo miembro, Pat Saracino, en lugar del jovencísimo hermano del guitarrista, Liegh Brown, sustituyendo el sentido de la melodía y el groove por una pegada más seca y dura y, también hay que decirlo, más rudimentaria. Quizás estos primeros conciertos de Saracino con la banda sea demasiado pronto para juzgarle pero creo que han perdido con el cambio. Quien no varió fue un batería de pegada contundente y un sentido rítmico estupendo Andre Wise ni su líder y cantante Michael Brown que se ha hecho propietario de la imagen en el escenario del trío aunque hay que ser justo y reconocerle que cuando le intenté fotografiar en solitario tras el show me indicó amablemente que tenía que ser con la banda al completo.
Repitieron set list en ambos shows, empezando por The Bitch, buena y sorpresiva elección, y repasando profusamente su larga duración aunque de su primer y desconocido lp no faltaron una estupenda Don´t Forget My Name. Se gustaron con sus grandes singles, Devil Ride sonó como un cañón en ambas ocasiones, y alargaron Won´t Let It Die para versionar War Pigs de Black Sabbath como en su anterior gira aunque en aquella ocasión, probablemente más relajados jugaron con más trozos de covers como Hendrix. Lo que si dieron fue una imagen más profesionalizada, con hasta tres asistentes en la sala, uno de ellos un tour manager perseguidor de fotógrafos que se ha granjeado merecidamente algún que otro nuevo enemigo entre la prensa nacional, y un set de instrumentos e incluso poses más estudiadas.
Personalmente con el factor sorpresa superado no me cautivaron tanto como en primavera aunque sigo pensando que es una banda a seguir si el desánimo no hace mella en ellos (en Valladolid llegaron a mutilar parte de su set lists ante la baja audiencia) y con todo el potencial para ser grandes. Los asistentes salieron muy contentos en ambos conciertos y esperemos que el efecto llamada cause efecto y su tercera gira, de producirse, con disco nuevo, les dé el espaldarazo definitivo. En caso contrario las compañías están dejando escapar un buen filón.
Me gusaron por sonido, por entrega, y algunos momentos no me hacian creer que fueran novatos, aun asi me falta algo, pero no culpa de la banda, cosas mias. Aun y con todo, sali bastante contento con el concierto.
ResponderEliminarSaludos!!!!
en mi opinion les falta implicarse, mojarse...interactuar entre ellos y con la gente...esto es rock and roll no cosa de maquinas....esperemos que lo corrijan...por bien de su futuro
ResponderEliminaryo les vi en madrid y me parecieron una banda a tener en cuenta lastima que el público prefiera gasrtarse el dinero en otras bandas que a mi parecer no lo merecen pero en fin ya sabemos que eneste pais el rock no es de masas
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