Por Fran Cea
Varias cosas quedaron claras tras el concierto de Sebastian Bach en la estupenda Sala Jimmy Jazz de Vitoria. Por ejemplo que Sebastian ha vuelto a recuperar el aspecto físico y vocal, algo que sobre todo en el primero de los aspectos había abandonado un tanto en los últimos tiempos. Cuando le tienes a corta distancia impresiona con sus casi dos metros de altura, su cabellera rubia y su andar algo desgarbado pero altivo, te sigue recordando al guaperas que en a finales de la década de los noventa se colaba en todas las carpetas del instituto y en las camisetas de muchos de los heavys.
También quedó claro que aún en estos tiempos, casi veinticinco años después, su base de fans se sigue componiendo de la gente de esa generación, la que saboreó de primera mano los dos discos de Skid Row hasta grabarlos en su subconsciente de manera tan acusada que, a pesar de que el cantante canadiense ha tratado por todos los medios posibles avanzar su carrera y conseguir nuevos seguidores, ni su etapa más "experimental" con The Last Hard Men, ni sus intentos más rockeros, desde el heavy contundente de Angel Down al más comedido y comercial Kicking & Streaming han conseguido encender la mecha que cuando suenan los acordes de sus dos primeros trabajos parece encaminarse hasta la explosión.
Y Sebastian Bach esto lo sabe, no sé si le jode, pero lo sabe. Así que en el concierto express (tan solo 65 minutos permaneció sobre las tablas enlazando repertorio y bises) que dio para los cerca de 300 valientes que pasaron por caja de manera generosa el día después del Azkena hizo un ejercicio de nostalgia y repartió las balas de su cargador entre los instantes "up tempo" de los Skid Row y las miradas expectantes de sus trabajos en solitario.
Lo que sí que ha cuidado con detalle Seb en esta gira ha sido la banda que le acompaña. Músicos muy curtidos y visualmente atractivos que no solo le han sabido cubrir las espaldas de manera sólida y solvente sino que se supieron imbuir del espíritu de la banda de New Jersey, y cuando atacaron las composiciones que todos queríamos escuchar incluso nos trasportaron al espíritu original. Desde el fornido y contundente Bobby Jarzombek a la batería al hipertatuado y punky Jason Christopher al bajo, y dos guitarristas que además supieron arroparle en los coros de manera estupenda; el veterano Johnny Chromatic para mí la figura de la noche y el jovencísimo Nick Sterling, una especie de niño prodigio de la guitarra eléctrica al que se le augura un futuro espectacular. Con todos ellos sobre el escenario haciendo una intro saltó Sebastian Bach de manera enfurecida a el cuello en un headbanging brutal al ritmo de Slave To The Grind mientras se desataba la locura y el protagonista giraba el micro agarrándolo del cable sobre las cabezas de todos los presentes a la vez que le envolvía el humo del escenario y una luz extrañamente oscura durante los temas en que los fotógrafos teníamos permitido disparar nuestras cámaras.
Para cuando las últimas notas del tema inicial sonaron el combate ya se había declarado finalizado por k.o. del rubio vocalista y los asistentes nos limitamos a tomar aire durante la la hard rockera, y algo más noventera, Kicking And Screaming y la más contundente Dirty Power antes de olvidarlas, de manera casi inmediata, cuando las clásicas Here I Am y Big Guns empezaron a sonar y todo el mundo se puso de nuevo a cantar y saltar.
Bach se mostró hablador y dicharachero, se disculpó numerosas veces por no hablar español y se le escapó una mueca de fastidio cuando comprobó que muy poca gente comprendía sus parlamentos, quizás por eso decidió que no malgastaría el tiempo en nada que no fuera su música y así nos descargó (Love Is) A Bitchlap, en mi opinión la mejor de todas sus nuevas composiciones, y Stuck Inside (ambas del Angel Down), otro de esos temas que se quedan a medias, aunque la maravilla de contar con el número de clásicos que tiene Bach hace que ir colando entre medias composiciones como Piece Of Me (brutal) o 18 & Life (impresionante) ocasion que la gente reaccione como si se les hubiese aplicado un desfibrilador musical.
American Metalhead (otra de las composiciones de Angel Down) sonó rabiosa aunque no llegó a los tonos rasgados del cd y nos puso en la recta final cuando apenas rompíamos a sudar pero Monkey Bussiness, las baladas I´m Alive, buena pieza pero ni de coña al nivel de Wasted Time, y sobre todo los hiper hits I Remember You, cantada mirando hacia el lugar en que estaba su acompañante femenina y un auténtico ejercicio de flashback para muchos de los presentes (incluidas las parejas que la escucharon abrazados) y Youth Gone Wild a toda velocidad, donde aprovechó para presentar a la banda, pusieron un broche estupendo para un concierto que con tan solo tres o cuatro temas más podría haber sido monumental y que mostró que Sebastian Bach, como le pasa a otros grandísimos cantantes como Jeff Scott Soto o Jorn Lande (por poner dos ejemplos) necesitan a su lado a alguien que sepa componer las canciones adecuadas que les haga pasar de jugar en las competiciones menores a las grandes ligas. Por esto a mi no me resulta tan descabellada la idea de que algún día acabe haciendo sino las paces si un pacto de "no agresión" con Dave Sabo y Rachel Bolan y resuciten a una banda que les permitiría llenar salas de gran aforo. De todas las maneras, y mientras eso llega, este ejercicio de nostalgia aunque excesivamente breve fue más que efectivo para los asistentes, al menos yo no escuché a nadie salir quejándose de los visto.
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