Por Larrypas
Horizonte stoniano en la Sala BBK de Bilbao. ¿De perfil bajo? Quizás, pero no todos los días uno puede degustar en sala pequeña, con bueno sonido y a horarios sensatos a dos miembros de la legendaria banda. El día 3 de julio será el turno de Mick Taylor, pero el motivo de esta reseña es el que marcaba el ritmo junto a Charlie Watts, el hierático Bill Wyman y sus Rhythm Kings. El ciclo Music Legends da otra vuelta de tuerca de calidad y ya van unas cuantas.
Sin algunos de sus escuderos de lujo (Albert Lee) los Rhythm Kings se presentaron en Bilbao en formato de octeto de muchos kilates, con sección de viento danzona y vivificante, guitarrista eficaz, fémina a la voz y coros de lujo, batería contenido y unos teclados efervescentes en el roll, cimbreantes en el swing y con el poso de los años; Georgie Fame y Geraint Watkins (a quien ya vimos con Nick Lowe) sobresalieron al micro, se aplicaron a los marfiles y nos regalaron sabias dosis de buen hacer en la dirección de la banda.
Puntuales, como siempre en esta sala, Bill Wyman & The Rhythm Kings se destaparon con un recital versionero, fácil, reconocible y, reconozcámoslo, con poco riesgo, pero llevado a un terreno donde el ritmanblues se solapaba con el jazz, el swing se asociaba con el rock y el soul emergía sensual en la voz de Madeleine Bell.
Su vuelta a los orígenes negroides se saldó en Bilbao, durante 100 minutos, con un concierto respetuoso con los clásicos, parco en actitud pero gustoso por mor de unas canciones imperecederas interpretadas con mesura, a veces demasiada. Hasta seis voces distintas interpretaron los clásicos: Wyman cumplió en “You never can tell” de Berry pero versioneó sin fuste el “Honky tonk woman” de los Stones; Madeleine Bell se desparramó sicalíptica en el soul “I’ll be satisfied”, dicharachera en “Sweet soul music” y oscura en “I put a spell on you”; Fame y Watkins cantaron mucho y bien incursionando en el blues de Howlin’ Wolf, insuflando feeling en el “I just want to make love to you” de Muddy Waters, acercándose al Ray Charles de club humeante (“I got a woman”) y completando el círculo con solos sin ínfulas en los que se oyeron ecos a Stones y Van Morrison. Mención aparte para Frank Mead al saxo, la voz y la armónica, que se destapó como showman bailando y acercándose meloso al elemento femenino, sopló con fundamento sus dos instrumentos, cantó con holgura en “Just your Fool” de Little Walter y le dio al boggie espasmódico en “Sugar baby”. En el bis, ya con todo el mundo de pie, fin de fiesta con “Dancing in the street”.
Otro acierto a apuntar en el casillero del ciclo Music Legends, y ya van...
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