

Arropado por unos Teardrops de baterista furibundo (exagerado y ruidoso), bajista monolítico y guitarrista pertinaz en el apoyo al líder, Magic Slim dibujó un show elástico y monocorde en el blues de Chicago (y no es crítica, que cada uno se tiene que dedicar a lo que mejor sabe hacer). Por allí no apareció ni el pantano luisianesco, ni la fiesta de Nueva Orleáns; la cosa rulaba desde el riff y el punteo de alto octanaje sobre melodías macizas, eléctricas y competentes.

Y la cosa fluyó bien desde que, arropado por su ayudante, Magic Slim, stetson negro chulísimo calado, salió inseguro en el andar al escenario, tras introito de sus escuderos que operaron blues sin fuste (si Magic Slim estuvo casi hora y media sobre el escenario ¿qué necesidad había?). Pese a los problemas iniciales con el ampli de su guitarra, fue colocarla en su sitio (hacia el patio de butacas) y el blues se desparramó sincopado en “Bad boy”, se acercó al mainstream en versiones que lo acercaban al funk más peleón y nos acogotó con blues lento y rasposo a la guitarra y a la voz ¡¡Cómo recordaba a Howlin Wolf!!.

La gente se dejó las palmas en una ovación prolongada y, qué bien, a las 22:30 en casa que al día siguiente había que volver al curro.
Por Larrypas
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