Marah es una de esas bandas que por unos u otros motivos se me habían escapado en concierto en numerosas ocasiones y para esta gira española de Octubre su cita en Burgos se convertía en obligada. Y no precisamente porque sea uno de los grupos que pasan asiduamente por mi reproductor de cd sino por su fama de banda incontestable sobre el escenario (algo que les pasa a formaciones como Mother Superior o Steepwater Band, por poner dos ejemplos, cuyos discos palidecen ante la comparación) y por el aprecio que el público de este pais les tiene, lo que parece recíproco si tenemos en cuenta que este comeback, con el retorno de Serge Bielanko, contaba con hasta ocho fechas diseminadas por toda la peninsula.
Anímicamente estaba sobradamente preparado después de haber disfrutado en apenas 72 horas los soberbios conciertos de The Whybirds y The Delta Saints asi que con el recuerdo fresco y la adrenalina a tope me encontraba de nuevo en la estupenda Estudio 27 burgalesa acompañado de cerca de un centenar de rockeros espectantes por comprobar si el ligero paso en falso que supuso su último trabajo, un buen album sin más, se diluía antes obras pretéritas.
Y efectivamente fue lo que sucedió ya que Marah tiró de clásicos y de carima para sacar adelante un concierto de algo más de dos horas, parada para el cigarrito incluida con desbandada general a la calle a cumplir con la petición, y donde quedó claro que Dave es el motor y la imagen de la banda, con sus botas, su guerrera y su sombrero de piel, que le hizo sudar de lo lindo desde la primera canción (que ya empezó sobre una mesa fuera del escenario) pero Serge es el corazón, ya sea con la guitarra, con la armónica o agarrado a un botellín de Mahou (inseparable toda la velada y cuyo logo tuneado con el nombre del grupo aparecía en una de las camisetas del merchandaising) y que poco a poco se fue separando del segundo plano en que comenzó para hacerse protagonista indiscutible junto con la incorporación de Christine Smith, todo un acierto, que se ha convertido en pieza básica tanto para dar las texturas necesarias con los teclados como por el apoyo en las segundas voces y coros y puntualmente con el acordeón.
Canciones sencillas, frescas, que son grandes por este motivo y por el empaque que les atribuyen sus compositores, desde la inicial y pretérita Limb y su tono campestre a City Of Dreams, siempre pensé que este tema podía haber sonado en Midnight Cowboy, o la final Love Train tarareada y bailada como fin de fiesta por los presentes, pasando por el poso de melancolía Stone de Apartament (esta vez con Serge en la voz y el bajista haciendo las veces de trompeta), una deslabazada versión de East, Pizzeria y su sentimiento sixty, el aire rootsy de Catfisherman y por supuesto la fiesta de Sooner or Later In Spain que dejaron la sensación de que Marah vuelven a ser una banda de escenario, donde la inmediatez aturde sus carencias técnicas y la transmisión de emoción y energía adormece un repertorio que deambula estilísticamente en demasía por momentos a pesar de tener temas sobresalientes pero donde la ingestión de alcohol según avanza el show hace que se prime más lo visceral a lo académico.
Buen concierto y buena escusa para sus seguidores para recueperar, si hizo falta, la fe perdida en la formación de Filadelfia. Un buen y bien inspirado nuevo disco y una gira menos alcohólica y por momentos anárquica deberían de dar los frutos necesarios y volverles a situar en el punto en que consiguieron llenar recintos como la Joy Eslava madrileña, de momento les toca batirse el cobre y levantar de la lona.
por Fran Cea (beerbeer)
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