Vamos a hacer un experimento. Cojamos acordes hard rock, punteos extremos, una voz cazallosa y actitud sexual. Agitar y pasar por la trituradora sin ningún tipo de colado posterior para que quede el grumo. ¿Qué tenemos? NASHVILLE PUSSY, “la mejor banda de rock del mundo” Blaine Cartwright dixit (su cantante claro). El sábado en el Plateruena de Durango desembarcaron con su rock & roll canalla, llevado a lomos de distorsión y de una vena punkoide que insufla energía a unos temas que, de otra manera, no nos epatarían como lo hacen.
Con bastante retraso saltaron los teloneros al ruedo durangués, Positiva, un grupo duro de roer que no desentonó pero que no encandiló a la peña. Sustentados en un batería descomunal, dieron rienda suelta a un rock macizo, sin fisuras, monolítico en sus guitarras y parco en el ritmo, no en la fuerza. Sonido setentero llevado al rincón stoner del que ni salió ni sobresalió.
Tras ellos, los Nashville Pussy salieron a escena con el público ya entregado y la sala presentando un aspecto estupendo. El bueno de Cartwright ahuyando en el micro, la bajista desafiante, el batería arrogante a los parches y la buena de Ruyter Suys derrochando adrenalina y actitud (también sexual). Hora y media (algo menos, bises incluidos) de concierto que nos supo a poco y en la que tuvo cabida la actitud sudista bronca y el hard rock guitarrero de alto octanaje. No saborean las mieles del triunfo de aquellos a los que emulan, pero su rock visceral transmite energía y cuando se mezcla con el roll sudoroso-libidinoso, el resultado te acogota.
Repasaron temas de todos sus discos, con parada y fonda en el último “From Hell To Texas”. Empezaron frenéticos con “Say something nasty” de cuando el ritmo ganaba a la velocidad y no se quedaron ahí recordando viejos temas; endurecieron su camino empezando a transitar por los discos más recientes de títulos más explícitos en el estilo (“From hell to Texas”, “Speed machine”, “Come on, come on”,…), de rock más tosco si cabe, con canciones enlazadas al estilo ramoniano salvo un pequeño parón para coger oxígeno y presentar a la banda. Y nos finiquitaron con dos temas de boogie rugoso que hicieron, por fin, que nuestros pies se despegaran del suelo y no nos mareáramos con el insano headbanging (“Drunk driving man”, “Shoot first”). Y es que, como sus adorados AC/DC, es cuando aceleran el boogie trotón cuando más disfrutables nos resultan. Menos de una hora de concierto y posterior bis para revisitar temas de su primer lp de portada cachonda (censurada en su momento por las puritanas y timoratos leyes morales yanquis) y título explícito , “Let them eat pussy”, con himnos que la gente cantó a rabiar en especial uno de vanguardia que se sabía todas las canciones (cómo disfrutó el tío).
Segundo concierto del año para el que esto escribe y no quedará mal cuando se haga el recuento, muy personal eso sí, de lo mejor del idem. Por todo ello y mucho más, “Go motherfucker go”.
Por Larrypas
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POSITIVA
como me arrepiento de no haber ido el domingo a Logroño a verlos por tercera vez...nunca me han defraudado. Esperemos que con el nuevo disco vuelvan a visitarnos
ResponderEliminarGrandes fotos y gran reseña
Gracias Fran. La verdad es que estos tipos nunca defraudan, aunque lo de hacerse 600 kms no es para mi. Solo de pensarlo me estreso.
ResponderEliminarLarrypas