Media entrada y gente guapa entre los asistentes al concierto de THE CUBICAL en el Azkena bilbaíno. Miembros de Athom Rhumba dieron colorido a una noche excelente, por lo demás, en el plano musical. Desembarcaban en sala pequeña los de Liverpool tras su paso por el Azkena Rock Festival del año pasado en el que, al parecer, estuvieron intensos pero no descollaron (el que esto escribe, pese a tener el abono, se perdió todo el sábado). Pues quizás les vino grande el escenario, ya que en sala despegaron a gran altura.
Pasearon su blues y rock & roll garajero por las escasas tablas del Azkena donde casi no cabían ya que son todos cimarrones, unos a lo alto y otros a lo ancho, además de ser, a veces, tres guitarras y bajo sobre el escenario. Se sobrepusieron a contratiempos (rotura del bombo) con improvisaciones blues, atacaron el rock con fiereza en la voz (esos ojos que se salían de las órbitas, poses agresivas y bajadas ante el respetable), un guitarrista sobrio pero apañao y una sección rítmica contumaz en el ritmo y sonaron a pantano cuando el segundo guitarra soplaba la armónica.
Desgranaron las canciones de su primer disco, “Come sing these crippled tunes” de sabor añejo que no antiguo y que les deja en buen lugar dentro del marasmo de listas británicas. No llegarán al éxito masivo, ojalá nos equivoquemos, pero su recreación del lenguaje sixties no está exenta de garra y puntos de vista propios, aun cuando las influencias son claras: british blues, Them,… Eso y el vocalista peculiar hacen que la incógnita de la ecuación se resuelva sin problemas y con un poso de calidad.
Empezaron duro, golpeando desde el principio con blues canalla (“Edward the Confesor” y “Great white lie”), bajaron el pistón guerrero en “In the city” y “I’m just a man” (creímos oir a Waits, pero no, era Dan Wilson) y se atrevieron con una incursión en el country trotón pasado por la turmix del ritmo en “Ode to Franz Biberkopf”. No cejaron en el empeño y tuvimos nuestra ración extra de rock & roll, blues, garage,… Presentaron su último single “Dirty shame” que no desentona en directo, aunque enlatado suena más elaborado. De ahí al final, bis incluido, desmadre en las primeras filas y la sensación de haber asistido a un concierto de los de antes, de sudor, de peligro, de rock & roll. A ver si cunde el ejemplo.
Por Larrypas
Una vez más gracias por la crónica y las magníficas fotos Larrypas
ResponderEliminarGracias Enrique. La verdad es que lo pasé de miedo. No las tenía todas conmigo, ya que, aunque en disco me gustaban, las referencias del Festival Azkena no eran para tirar cohetes. En sala pequeña se salieron.
ResponderEliminarLarrypas