En Bilbao los jueves se han convertido, en los últimos tiempos, en el mejor día de la semana en cuanto a actividad musical en directo se refiere. Quizás no en cuanto a cantidad pero, sin duda, sí en cuanto a calidad. No hay más que echar la vista atrás a lo largo del blog para comprobarlo. Y este jueves (2 de diciembre) no iba a ser menos, y así, el Kafe Antzokia programa a una de las bandas señeras del sonido indie, ese que en finales de los 80 y en los 90 copaba listas y que fue casi barrido de las mismas por el torbellino grunge, Teenage Fanclub.
Rock de guitarras, melodías pop aceradas y juegos vocales casi naif son algunas de las características de un grupo que siempre ha navegado por la música a lomos de ideas muy claras, que materializaron en lps magníficos. Ahora toca presentar su última rodaja, Shadows, y para ello se han embarcado en una larguísima gira por el estado que les ha traído hasta Bilbao.
La sala llena de gente, y ésta predispuesta a pasar una buena velada, permitió a los músicos sentirse a gusto sobre el escenario al que arribaron a la hora señalada, minuto arriba, minuto abajo. Tras un titubeo inicial, para entrar en calor, los Teenage Fanclub desarrollaron su rock & roll exquisito, su pop de guitarras (hasta tres hubo sobre el escenario, incluida una steel guitar) marca de la casa. Sonaron diáfanos, pulcros, en ocasiones en demasía, ante unas canciones que pedían un poco más de garra. Viejos temas, antiguos éxitos, se codearon con las nuevas canciones de su último disco que no mostraban nada nuevo, haciendo lo que mejor saben hacer, aunque con dos discos en diez años parece que los escoceses ya circulan a piñón. Sus influencias salieron a relucir: melodías y armonías de los Byrds, danzas vocales vía Beach Boys y guitarras contundentes de los Big Star, pero todo ello a falta de un chispazo necesario para encandilar.
Desgranaron canciones de su nuevo disco (“When I still have thee” dedicada a los Go Betweens, “Baby Lee”), gozosos tiempos medios, entremezclados con los temas que les han puesto en el mapa desde hace ya veinte años y que la peña se sabía al dedillo. Por allí aparecieron las canciones del A Catholic education (“Everythings flows”), Bandwagonesque (“The concept”) y Grand Prix (“Mellow doubt”, “Verisimilitude”, “About you”), la santísima trinidad del sonido Fanclub, poniéndose melosos cuando tocaba, saturando las guitarras si se terciaba y, siempre, desarrollando sus juegos vocales, auténticas florituras que ellos hacen fácil, con las que desarrollan estribillos perfectos pero que, esta vez, no consiguieron noquearnos.
Nos gustaron claro, pero es que con esta banda nunca te equivocas, aunque también es justo pedirles un poco más de calor a sus actuaciones, algo que sí hemos visto y catado en otras ocasiones. Reconozcamos también que la gente disfrutó, lo pasó bien, que en los tiempos que corren, no es poco.
Por Larrypas
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