El jueves pasado tocaba saldar una vieja cuenta pendiente. El Kafe Antzokia de Bilbao programaba a los Drive By Truckers a los que, por unas cosas o por otras, nunca había podido degustar en directo. Cuando tocaron en el Azkena yo no fui y este año, que estaban programados, se cayeron del cartel a última hora. Quería catar en directo a una banda que en estudio no me acababa de encandilar. Su rock de raíces (de Americana, aunque el palabro cada vez está más denostado) tamizado y pasado por el cedazo del rock & roll no conseguía tocarme la fibra. Presentaban, además, nuevo disco “The big to do” que, Spotify mediante, me gustó, así que la ocasión la pintaban calva.
Puntuales salieron los teloneros, The Whybirds, jóvenes ingleses que ejercieron cual banda americana, con un rock de guitarras poderoso, apoyado en las estupendas voces de sus cuatro componentes. Su último disco se sale, “Cold blue sky”, desgranando melodías a guitarrazo limpio, aunque las condiciones en las que tuvieron que lidiar en el show no fueron las mejores. Poco tiempo (treinta minutos), sonido saturado y poca predisposición de la peña que iba a lo que iba. Entre eso y que no tocaron “The losing end” (un crítico dijo sobre ella: “la mejor canción escrita por Springsteen en los últimos 25 años; lo malo, que no la ha escrito él”, je, no va desencaminado), quedaron en la carpeta de pendientes, aunque apuntan maneras.
Tras ellos, y también puntuales, salieron las estrellas de la cita. Y ejercieron de tales en una sala petada para el evento. Se ve que vinieron con la lección bien aprendida tras dos conciertos en Madrid y Barcelona donde, parece ser, no tuvieron la pegada esperada. Salieron marciales, bien aprovisionados de líquidos espirituosos, se encasquetaron sus instrumentos y dieron inicio a una carrera por una imaginaria Ruta 66, con las alforjas cargadas de actitud rockera. El caso es que nos descerrajaron canción tras canción, sin un momento de respiro. Riffs huracanados, juego de voces exquisito y kilotones de energía en todos y cada uno de sus temas. Su último disco no desentona y aunque eligieron alguno de sus temas menores ("(It’s gonna be) I told you so”) la cosa no decayó y es que en algún momento tenían que tomarse un respiro Patterson y compañía.
Corrió el rock & roll a raudales, unas veces vía un boogie frenético, otras acercándose más a la raiz americana, más country si se quiere, steel guitar mediante; se pusieron tiernos como si los Eagles se hubieran empachado de electricidad (“Everybody needs love”), forjaron medios tiempos tumultuosos en el riff y recogieron velas en temas más poperos, pero nunca exentos de garra (“Heil no.I ain’t happy"). A guitarrazo limpio nos anclaron al suelo y de allí no había quien se moviera. Parada y salida de nuevo para realizar un bis incendiario en el que se nos mostró el Paterson Hood mesiánico (“Let there be rock”), el rock & roll que nos gusta, acabando todo con un agujero negro de distorsión y Paterson Hood postrado ante el respetable. Sin duda alguna, serios candidatos a mejor concierto del año para el que esto teclea.
por Larrypas
Aquí os dejamos unas cuantas fotos más:
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