El artista canadiense Daniel Romano se reinventa y mezcla su country cósmico con psicodelia y pop-rock sesentero. “Quería romper la formula, hacer algo totalmente diferente a todo lo que había hecho antes. Necesitaba escapar de esos bolsillos en los que me habían metido. El estancamiento es el aire que respira el diablo, es el enemigo. Hay que moverse hacia adelante, pase lo que pase”. Esa inquietud, ese hambre insaciable y sin miedo, es el que dirige al increíblemente prolífico compositor de Ontario, Canadá, y es el corazón de su quinto álbum, ‘Mosey’, que llega un año después de su aclamado ‘If I’ve Only One Time Askin’’, que le valió una nominación a los premios Juno y apareció en numerosas listas de prestigiosas publicaciones entre lo mejor del año.

En aquel, Romano exploraba el sonido ‘countrypolitan’ del gran Billy Sherrill, con un corazón de honky-tonk y efecto melodramático que inundó sus primeros discos, sumergidos en el legado de Gram Parsons y el country cósmico. ‘Mosey’, sin embargo, es como un cocktail de final de los 60, una receta con ingredientes de pop experimental, ye-ye, y country psicodélico, golpes de vientos y desnudos pianos. Una compleja paleta emocional en la que expande su visión creativa con la inspiración en figuras como Lee Hazlewood, Serge Gainsbourg, Bob Dylan, Leonard Cohen, Randy Newman y Ennio Morricone, en una mezcla sonora que rescata el pop francés y británico de los 60, con blues, psicodelia, spaghetti western, funk setentero, honky-tonk descorazonado, country-soul, baladas de piano de saloon y rock n’ roll saltarín, todo ello bajo un velado sentimiento cinematográfico de evocador pasado pero sentimiento de la era moderna.

Autoproducido y grabado en mono en su propio estudio en Fenwick, Ontario, a lo largo de 2015, Romano tocó y grabó todos los instrumentos (guitarra, bajo, batería, tecados, y percusión) y dirigió los arreglos orquestales, además de ofrecer una heterogénea interpretación vocal, que varía inmensamente de canción a canción. “Valerie Leon” abre el disco como un galopante y polvoriento vendaval 60’s, con acentos de vientos y arreglos de cuerda hipnóticos, teclas de honky tonk y rugientes riffs de guitarras psicodélicas. “One Hundred Regrets Avenue” evoca a Jacques Brel, y en “The Collector” se atreve a rescatar una una oscura maravilla melódica de la producción menos conocida de The Everly Brothers. Eclectico, quijotesco, volátil, ‘Mosey’ no da tregua, y dota a Romano de un nuevo brillo, auténtico, valiente y magnético.

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