Texto: Marta Tobar
Fotos: Fran Cea Photography

Andrés Herrera, Pájaro, es uno de esos pocos músicos que engrandece la profesión por el simple hecho de existir. Curtido en mil batallas, este mercenario de lujo esperó hasta la madurez para volar a su aire y lo hizo con el mismo genio y la misma sabiduría que había derrochado por los escenarios de medio mundo. Su segundo trabajo en solitario, “He matado un ángel” ha puesto de una vez más a los críticos a sus pies. La gira de presentación de este disco le llevó a La Cueva del Jazz de Zamora en formato de dúo acústico. Siempre elegante, Pájaro se subió al escenario vestido con chaqueta y corbata, aflojada eso sí, acompañado por la guitarra de Raúl Fernández. Simpático, golfo y charlatán, el guitarrista se metió al respetable en el bolsillo con su gracia sevillana antes incluso de tocar una sola nota.

El concierto que estos dos músicos nos brindaron sólo puede denominarse como clase magistral. Con la apabullante naturalidad de un genio saltó del rock n’roll al blues, se acercó al flamenco y al western, a las tarantelas italianas, al jazz, al swing, uniendo cada estilo con el siguiente puntada fina, sin estridencias, y todo bajo una ejecución impecable.

La conexión entre Pájaro y Raúl Fernández es total. Se intuyen, se adivinan, se sienten, y así, entendiéndose sin palabras, juegan con los temas como dos niños traviesos, retorciéndolos, estirándolos, improvisando nuevas melodías con pasmosa facilidad, hasta hacerlos irreconocibles para, de repente, volver a retomarlos en un instante. Sonaron canciones del nuevo disco como “Guarda Che Luna”, “Costa Ballena” y la dulce “Viene Con Mei”, y recuperaron temas del magnífico “Santa Leone” como “Las Criaturas II”, “Luces Rojas” o la maravillosa “Perché”. Uno de los momentos álgidos de la noche nos lo ofrecieron con el recuerdo a Silvio a través de la versión de “El Pudridero”, a la que hicieron transmutar desde el Rock clásico al Blues pantanoso. No faltó en el universo musical único que Pájaro desarrolla en directo un homenaje al “Amor Brujo” de Manuel de Falla. Fue ésta una adaptación sublime y singular, una pincelada más de la genialidad de los dos guitarristas.


El público se divirtió de lo lindo con la brutal versión de “Misirlou” de Dick Dale, archifamosa gracias a Pulp Fiction, a la que utilizaron de excusa para obrar una virtuosa improvisación, o más bien una jam, que enloqueció al público. La música de Pájaro se alimenta de tradición del rock andaluz sin perder la modernidad ni olvidar sus raíces, como demostró con “Costa Ballena”, “Tres Pasos al Cielo” y “Calipso”. El concierto continuó de manera vibrante, con los músicos turnándose en las bases rítmicas y en los solos. Tres bises que supieron a poco pusieron el punto final a un concierto que quedará grabado en la memoria de los que allí estuvieron.


Con una calidad musical fuera de toda duda, unos temas intensos y exquisitos, y la autenticidad sencilla y sincera de quien ha nacido para vivir la música, lo que presenciamos sobre las tablas de La Cueva del Jazz fue un auténtico lujo. ¡Gracias, Maestro!

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