Texto: Jorge Escobedo

Como cada año por estas fechas, Bilbao se preparaba para acoger uno de los festivales que más auge a cogido en los últimos años en la península, el Bilbao BBK Live. Lejos queda ya aquella primera edición de 2006 que contó con nombres tan ilustres como Ben Harper (quien repetiría en esta edición), Guns & Roses (o mejor dicho, Axel Rose& mercenarios) y la unión de Andrés Calamaro y Ariel Rot. El festival, totalmente consolidado como uno de los más importantes a nivel europeo (es alucinante ver la cantidad de gente llegada de todos los rincones de Europa, especialmente del Reino Unido), celebraba este año su décimo aniversario, y para ello volvía a dejar constancia de su eclecticismo. Grupos como Ben harper & The Innocent Crimminals, Counting Crows, Jesus & Mary Chain, Triggerfinger, BRMC y The London Souls se daban la mano con Future Islands, Azelia Banks, Shaka Ponk, Muse y demás grupos poco apetecibles para servidor.

Con un calor poco visto por estos lugares, decidimos subir el primer día andando, para así evitarnos las largas colas que suponía pillar el autobús. Los 30 minutos de caminata bajo un sol abrasador nos hizo pensar que quizás esta no había sido la mejor opción. En fin. Al día siguiente otro gallo cantaría. Una vez arriba, me quedó constancia el por qué no me gustan este tipo de festivales. Acumulación de gente excesiva, siendo la mayoría del tipo de gente que va porque es la moda, no para disfrutar de la música. Pero bueno, ya se sabía lo que había de antemano, así que al lío.

Comprobamos que la organización vuelve a ser de auténtico lujo, como ya nos tienen acostumbrados, y tras pillar avituallamiento líquido en barra, nos dispusimos a disfrutar de lo que nos había llevado hasta allí, la música.

A Black Rebel Motorcycle Club tuve la ocasión de verles el año pasado en Londres como teloneros de Pearl Jam, y como en aquella ocasión no defraudaron. Con ese rock alternativo, casi garajero, ofrecieron un concierto sólido, poniendo toda la carne en el asador. Future Islands, ofrecieron un show para bailar, saltar, gritar y demás parafernalia que encantó a los allí presentes, pero que a mí me aburrió sobre manera. Ni los éxitos “The Chase” y “Seasons (Waiting on you)” lograron animarme. En este tiempo, Triggerfinger ofrecieron en la carpa lo que muchos calificaron como el mejor concierto del festival. Un auténtico huracán de stoner rock dirigidos por el inmenso Ruben Block. Sin más miramientos, nos fuimos rápidamente a pillar sitio al escenario Heineken para ver lo que más ilusión me hacía de todo el festival, Counting Crows. Aún siendo una banda para ver en sala, me maravillaron. Adam tiene una voz privilegiada, y si tiene el día y ganas, te hipnotiza. Disfrutamos de éxitos como “Omaha”, “Round Here”, “Mr Jones” (después de la cual desapareció mucha gente, ya que era la única que conocían), “A Long December”, “Rain King”, pero su momento cumbre para mí fue “Palisades Park”, canción que abre su último disco. Una versión sublime, con Adam totalmente poseído. Mágia. Después tocaba reponer fuerzas para enfrentarse a lo que se suponía era el plato fuerte del día, Mumford & Sons. Craso error. Me aburrieron desde el inicio. Sin chispa. Sin sorpresa. Todo demasiado medido. Sin alma. No me gusta nada la dirección que está tomando el grupo. Acercándose a otros estilos y olvidándose un poco de sus orígenes. Venderán más, pero a mí no me engañan. Destrozados, vuelta a casa, doliéndonos mucho perdernos a unos renovados Dover.

El viernes, la máxima prioridad eran Jesus & Mary Chain y la reunificación, después de ocho años, de Ben Harper y sus criminales inocentes. Esta vez sí, elegimos el autobús como medio de transporte. Y aunque el tiempo tardado fue similar, sí que es verdad que el cansancio no hizo tanta mella. Vuelta a la barra, bebida y al ruedo. The London Souls exhibieron su potente ritmo a base de blues rock, psicodelia y tintes soul pusieron el listado muy alto. Pasamos tanto calor en la carpa, que nos tomamos un descanso e hicimos tiempo para ver a James Bay. Sorprendió su puesta en escena y nos ofreció un buen concierto de rock americano al que acompaña una estupenda voz. A seguirle la pista. Uno de los platos fuertes eran Jesus & Mary Chain interpretando por completo su disco clásico “Psychocandy” tras cumplirse 30 años de su publicación. Correctos. Apoyándose en la música como eje principal, pudimos escuchar “Just Like Honey”, “It´s So Hard”, “Be My Babe”… todo ello con mucha, mucha clase. Dejando constancia de por qué son un clásico. Nos regalaron además cuatro temas que no forman parte del disco pero que son así mismo muy importantes en su carrera. “April Skies”, “Head On”, “Some Candy Talking” y la dolorosa “Reverence”, nos hicieron felices.

Reponer fuerzas y esperar al californiano Ben Harper, alguien que me lleva acompañando en esto de la música desde mis inicios. Auténtica devoción es la que siento por él, y ya habían pasado muchísimos años sin poder disfrutar de su presencia. Desde aquel lejano 2006 con un maravilloso concierto en el Kursaal donostiarra llevaba esperando ese momento. El reencuentro. Tras unos años en los cuales ha experimentado con otros proyectos, volvía a reunir a su banda madre y salir a la carretera. Les ha sentado muy bien el descanso y ahora podemos ver a una banda mucho más sólida y rockera que la que nos despidiera en el 2008. Y así lo pudimos atestiguar desde la inicial gema que es “Burn One Down” con todo el público coreando. “Burn To Shine” y “Glory & Consequence” sonaron rabiosas, con una fuerza inusitada. Nos pusimos melancólicos con la nueva “Masterpiece” que puso el broche de oro a “Diamonds On The Inside”. “Roses From My Friends” fue sensual y con “Amen Omen” saltaron las lágrimas. “Better Way” puso broche de oro para un magnífico concierto.

Extasiados, no había fuerza para más y a casa. A descansar. Al día siguiente las cosas se torcieron y no pudimos hacer acto de presencia. Ahora, a pensar en la siguiente edición…

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