Texto y fotos: Lorenzo Pascual

El pasado miércoles 25 la sala de arriba del Kafe Antzokia de Bilbao se volvió a vestir de gala para recibir a uno de esos grupos que circulan de boca en boca entre aficionados y plumillas del colorín musical, Sons Of Bill. Así me llegó a mi por lo menos y de la misma tocó visita al Spotify donde descubrí un grupo con varios discos, poderosas armonías vocales y buen gusto a raudales. Formado por los hermanos Wilson (James, Sam y Abe, a los que suponemos hijos de Bill) y secundados por Todd Wellons y Seth Green, la banda de Virginia se embarcó en una pantagruélica gira por Europa que les ha llevado, en su última semana, al territorio patrio. Presentan disco, Love and Logic, reposado compendio de temas que pican en la raíces.


El Antzokia presentaba, en su sala superior, un aspecto estupendo, poblado de espectadores curtidos en el género y que disfrutaron de un concierto estupendo, se dejaron los chines en el puesto de merchandising y aplaudieron a rabiar. Y mención a la sala, donde últimamente estamos viendo más conciertos de pequeño formato y que hace que todo suene estupendamente (y no sé si siempre, pero suelen acompañar la bebida con bocados gentileza de la casa que también tiene su punto).

Pasado algo más de un cuarto de hora de las ocho (horario que se agradece y que cada vez vemos más por cierto) saltaron los Sons Of Bill al escenario y durante hora y media, más o menos, dieron rienda suelta a una suerte de americana que descolló a las voces (de los tres hermanos) y en las que las guitarras rasgaron espacios psicodélicos, se acercaron al country y demostraron que menos (casi) siempre es más. Y es que no hubo un guitarrazo que sobrara, ni una voz descompensada; vamos, que no hubo ni solo de batería (que se agradece).

Así, sin sobresaltos los Sons Of Bill fueron desgranando las gemas que jalonan su último disco. Principiaron con “Lost In The Cosmos (Song For Chris Bell)”, sosegada, para dar paso a los medios tiempos que tan bien ejecutan. Y es que “Big Unknown” es un temazo llevado a golpes de intensidad y “Bad Dancer” no le anda a la zaga. Por el Antzokia sobrevuela la sensación de que estamos ante algo grande. Cambio de roles y Sam, el guitarra solista, se aferra al micro para, susurrando casi, bordar un “Road to Canaan” de sensible belleza (no sé, en voz y pintas, a mi se me parece mucho a un Ryan Adams jovezno).


El concierto fluye tranquilo, las melodías sientan sus reales y la banda se siente a gusto. “Joey’s Arm” pica en sus primeros temas y “Santa Ana Winds” surge retozona para que las piernas se muevan un poco. La banda hace fácil lo difícil y temas complejos (no hay más que ver la cantidad de pedales que tenían guitarras y bajo) suenan fluídos, la psicodelia campa a sus anchas (no en vano les comparan con unos Pink Floyd primigenios) y, cuando toca, en “Brand New Paradigm”, aceleran, rellenan huecos y crean un sonido orgánico que se deja casi tocar. Fin de fiesta con “Virginia Calling” y bis sentido con Sam y Abe (teclas) desgranando lánguida “Find My Way Back Home”, la banda en torbellino en “Turn it up” y una “Hymnsong” que atemperó los ánimos pero no la emoción.


Si los shows europeos han sido similares a lo vivido en Bilbao, se habrán ganado a media Europa. Y se lo merecen. Rock on!
 

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