A veces la vida te sonríe cuando menos te lo esperas. Eso es precisamente lo que les ha pasado a The Handsome Family en este último año. Tras más de 10 trabajos de estudio, ha sido la serie de culto True Detective, la que, gracias a incluir una composición suya como sintonía principal, les ha otorgado una fama incuestionable. T-Bone Burnett, productor que todo lo que toca lo convierte en oro, tiene la culpa. Y su concierto en la Sala Azkena de Bilbao será fiel testimonio de todo ello.

El matrimonio Sparks visitaba Bilbao dentro de su gira Europea para deslavazar todo su cancionero en formato trio (venían con batería) en una sala Azkena que aunque presentaba muy buena entrada (mejor de la que los asiduos solemos vislumbrar), no colgó el cartel de “no hay billetes” como ocurrió en Madrid. Será que por el “botxo” no acostumbramos a eso de “series americanas”. Destacar eso sí, que la mayoría de los allí presentes rara vez acostumbran a pasearse por la noche bilbaína en busca de los sonidos de la américa profunda, alegrándome que pudiesen disfrutar de semejante grupo gracias al pequeño aporte televisivo.

Con estas, se presenta la pareja en el tablao para contarnos esas historias ocultas, casi tétricas, que hacen de su música una incursión en lo más profundo de la vida rural estadounidense. Pantanos, carreteras a ninguna parte, casas abandonadas… todo tiene cabida dentro de la oriunda y grave voz del barbudo Rennie. Pero lo más magnético del dúo, es la búsqueda de la alegría dentro de la tristeza. De encontrar una sonrisa en cada rincón. Y lo consiguen.

Y todo tiene sentido cuando abren el set con las maravillosas "My sister tiny hands" y una "So much wine" donde asoma la cabeza un Gram Parsons orgulloso. Música hecha con el corazón. Sin ningún tipo de pretensiones. Sencillo. "The bottomless hole" nos acerca al precipicio con su decadente ritmo, como si de una novela de asesinatos se tratara. Se ponen tiernos con aires country en la preciosa "Somewhere else to be". "Arlene", su primera composición juntos del ya lejano Odessa (1995), nos hace darnos cuenta de lo grandes que son estos tipos. Todo se olvida y te quedas hechizado con la magnífica composición. No así me ocurre con "Far from any road", que en su versión en directo echa de menos esos vientos fronterizos de los Calexico y se queda a medio gas. Con todo, esta será la tonada más vitoreada de la noche. Un poco de baile nunca viene mal, y nuestros pies se van con "In the air" para cerrar el set. Breve descanso y vuelta a escena para cerrar con unas hipnóticas "Cathedrals" y "Don´t be scared", en donde recorremos esas carreteras secundarias de valles perdidos en los cuales trataremos de redimir nuestros pecados.

Poco más de una hora de show. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pues eso.

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