Texto: Jorge Escobedo
Fotos: Lorenzo Pascual

No todo vale. Esa es mi sensación a la salida del concierto de Leon Russell en la Sala BBK con motivo del ciclo Music Legends. Que el cantante y compositor de Oklahoma es una leyenda, nadie lo duda. Que es una figura importantísima en la transición de los sesenta a los setenta, que ha trabajado con y para los artistas más grandes de la historia, tampoco. Pero lo que nos atañe es el concierto en sí.

 Primera visita a la península y el cartel de “no hay entradas” colgado tanto en Madrid como en Bilbao. La expectación era máxima, como era de esperar. En un caluroso día, la sala BBK vestía sus mejores galas para recibir al organizador de la gira musical “Mad Dogs & Englishmen” de Joe Cocker, que se recoge en uno de los más grandes discos en directo de todos los tiempos.
A los pocos minutos del tiempo señalado para el inicio de la velada, Russell aparece luciendo su más que adorable barba blanca, camisa hawaiana, gafas de sol que tapan su mirada, larga melena y sombrero de ala. Acompañado por su banda (guitarra, bajo y batería), toma posesión de su trono y sin mediar palabra nos escupe la primera canción de la noche. “I´ve got a woman” de Ray Charles da la salida a un concierto trepidante, sin pausa, monótono, sin la oportunidad de paladear y degustar la música, y donde se van a intercalar las versiones (las que más) con sus propias composiciones. Así, podremos disfrutar de los clásicos blues “Come On in My Kitchen” de Robert Johnson y “Baby What You Want Me to Do” de Jimmy Reed.

Sus satánicas majestades tuvieron cabida en una boggie “Wild Horses” que a servidor le pareció de los más acertado de la noche, así como el “I just seen a face” de los chicos de Liverpool en clave honky tonk. “Georgia on my Mind” puso un punto nostálgico en la noche, no así una descafeinada versión, para mi gusto, del “A Hard Rain´s A-Gonna Fall” de su ilustrísima Dylan. Los acordes de “Delta Lady” logran sacarme una pequeña sonrisa.

El mejor momento del concierto sin duda, es la soledad de Leon al piano eléctrico, que podría haber salido más reforzada si cabe de haber elegido un órgano Hammond o un piano. Ese sonido ochentero no acababa de convencerme... “His Eye is On the Sparrow” y sobre todo “A song for you” me muestran a la leyenda que había ido a ver.
Tras el medley “Jumpin' Jack Flash - Papa Was A Rolling Stone” que inmortalizó en los setenta y la intro del “Paint it Black” para abarcar una gran “Kansas City”, Chuck Berry toma el escenario con su “Roll Over Beethoven”. Thanks y para casa, tras casi hora y media de show.


La música es emoción. Momentos en los que la piel se te eriza, se te encoge el corazón y se para la respiración. Nada de eso hubo. Concierto para cubrir el expediente. Cosas de los genios. Una y no más, Leon.

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