Por Larrypas

Volvemos a las andadas. A despotricar contra todas las estrellas de medio pelo que triunfan, que llenan locales, que se llevan a las chicas. Que les dure, que no somos envidiosos, pero nunca serán de los nuestros. Éstos se patean un país de local en local, les da igual el aforo que ellos vienen a matar, a divertir, a hacer rockanroll. Dan Baird & Homemade Sin son el exponente del rock honesto, el que suda la camiseta (nunca mejor dicho), el cómplice que ofrece codas energéticas y vitamínicas, el que nunca tendrá un megahit (ojalá me equivoque) aunque una vez estuvo cerca de ello. El pasado viernes descargaron en el Hika Ateneo bilbaíno y volvieron a demostrar que son una máquina de hacer rockanroll.



Lejos de la pose y la autocomplacencia de bandas de  más renombre, aunque seguro que no de más calidad, los Homemade Sin aparecieron en formación clásica de cuarteto con la ausencia de Keith Christopher al bajo por problemas de salud. Le sustituyó Micke Nilsson (de Bonafide) y a fe que no desentonó tras aprehender los temas bajo su regazo en un tiempo record. Para los demás sobran las palabras; Mauro Magellan es un martillo pilón con un metrónomo en la cabeza, Warner E. Hodges es una estrella escondida que deslumbra en los solos percutiendo simpático siempre entre la peña; y qué decir de Baird. Lo siento pero es el punto flaco por el que me gana todo aquel al que la guste el rock con buenas dosis de roll; perfecto a la voz, implicado y con clase en rasgueos conjuntos con su buen amigo Warner. Un tío que tuvo la fama a una uña de distancia en Georgia Satellites con “Keep your hands to yourself” y al que se la arrebató un individuo al que si ya no tragaba, pues con más razón, Bon Jovi (pero estas son fobias antiguas que no hacen sino engordar).

Pero vayamos al lío, porque puntual y ante una audiencia no muy numerosa, Dan Baird y los suyos nos soltaron un sopapo tras otro. Los pies empezaron a moverse con trozos de su última rodaja digital, Circus life (“All de same” y “Outliving”), nos balanceamos con el recuerdo a los Satellites de “Open all night” y nos tumbaron a la lona con una celestial “Crooked smile” que si en disco arrebata, en directo derrumba muros a golpes de intensidad; casi diez minutos de electricidad plena, intensidad a la voz y aullidos de la guitarra.



Para entonces la peña ya estaba entregada y tras una “Julie & Lucky” feliz, las cabezas casi se salieron de los hombros y perdimos la poca voz que nos quedaba en los coros de una sublime “I love you period”, igual que la anterior, de uno de los discos más minusvalorados de los últimos 25 años Love Songs for the Hearing Impared. Baird, Hodges & Co marcaron así la senda por la que transitaría todo el show, con latigazos de sus últimos discos para volver por momentos al semillero Satellites o a la incombustible obra en solitario del líder. No hubo esta vez, por mor seguro de la falta de tiempo, el recurso de las versiones y la garra se vio favorecida por ello, aunque yo sigo con ganas de oir otra vez el “American girl” de Petty.

Railroad Steel” empezó aguerrida y blusera para terminar como un torbellino y con “Younger Face” terminamos convencidos que un medio tiempo nunca sonó tan bien. Arrodillados ya a los pies de la banda Baird nos acabó de rematar  con una celebradísima  “All over but the crying”, con Dan dando un paso al frente y la sola compañía de su telecaster. De ahí al final, con Dan chorreando sudor, Mauro y Micke implacables y Warner intenso y empático, la intensidad no menguó y tras “Two for Tuesday”, vuelta a su recomendable último disco con ”Fall apart” y una majestuosa “Keep your Hands to Yourself”, el éxito que no llegó a ser y que llevó nuestras cabezas a un headbangin peligroso (no en vano a este escriba todavía le duele el cuello). La comunión artista público era plena pero el tiempo fue implacable y a las 23:30 en punto acabó un concierto que nos congració con el rockanroll que nos gusta: fiero, intenso, divertido,….HONESTO.

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