Por Fran Cea

Diez años les costó a Su Ta Gar conseguir que la censura que les prohibía tocar en Madrid desapareciera, y esto no solo lo han aprovechado haciendo tres visitas a la capital en apenas dos años sino demostrando, como lo hicieron en la coqueta sala We Rock, que hay un público que les espera y les reconoce como una de las bandas más honestas, longevas y coherentes que han surgido en el rock nacional.

A pesar de la competencia en la fecha, por ejemplo los Saratoga se estaban despidiendo de sus seguidores apenas a unas manzanas de la sala, consiguieron una muy buena entrada e hicieron un show brutal de más de dos horas de duración en las que no disminuyó la intensidad durante un solo instante, haciéndonos recordar a los más veteranos como eran este tipo de conciertos hace un par de décadas, algo que ha día de hoy se ha perdido fundamentalmente por parte de bandas foráneas que te despachan con hora y diez en las que solo el sprint final suele marcar un punto álgido.



Su Ta Gar además siguen produciendo discos de calidad, su nuevo trabajo Bizirik Gaude, no baja el pistón en cuanto a temas veloces y desbocados pero además nos deja ver ese lado melódico, que han mostrado fundamentalmente desde el imprescindible Homo Sapiens? hace ya más de una década, y que no solo enriquece sus repertorios de directo sino que permite apreciar aún mejor las excelencias y riqueza vocal que atesora Aitor Gorosabel.



Para la banda de Eibar crear un repertorio que contente a todos sus fieles a esta altura de la película, diez discos de estudio y 25 años de carrera después, es casi imposible, pero sin embargo han diseñado un set list bastante equilibrado en el que no solo nos presentan las canciones de su último cd,  como la estupenda Txakurrak Solte, dedicada Iñigo Cabacas,  un seguidor del Athletic que murió tras recibir un pelotazo de goma de la Ertzaintza el pasado año, Giza Harresia con ese sello tan característico de los últimos SuTa y un estribillo glorioso, la acelerada Bizirik Gaude con su ritmo más moderno, el semi respiro de Nazkatu Naiz o la más tranquila Zure Baitan, las cinco situadas en la parte central del concierto, sino que además se pasearon por los discos de la última década en la primera parte del show, desde la inicial Bidegabekeriaren Balantzan, no hay mejor manera de empezar un concierto, seguida de Hesian o canciones como el single de su anterior obra Norbera Bere Ametsen Jabe para poco a poco introducir sus clásicos que hicieron que los presentes cantaran (o tararearan cuando como es mi caso no somos vasco-parlantes), desde el primer punto álgido del concierto el emocionante canto de libertad de Gau Iluna Amaitu Da, guitarra acústica en ristre, momento donde la gente perdió la vergüenza y derribó la endeble cuerda que separaba la zona de prensa de la audiencia, seguida de su himno Begira, la instrumental Ekaitza Eta Barealdia con ese sabor de los Metallicas del Ride The Lighting y que fue una demostración de pericia guitarrera a cargo de Aitor Gorosabel, enlazadas con Azkar Zuregana y Nazka  y después Itxaporena (vaya repasito que le dieron al Hortzak Estuturik) y para acabar la primera parte del show uno de los fugaces pasos que hicieron por el Homo Sapiens? con Geroaren Hazi Heziak  (como sigo echando de menos que toquen Zabalera Begira) y toda la sala patas arriba bailando y gritando su himno Jo Ta Ke.



Caras de satisfacción compartidas en banda y público y vuelta al ruedo para otra andanada, en este caso para empezar con Ametsak Pilatzen (otro estribillo glorioso)  y finalizar con otro de sus grandes himnos pretéritos, Mari, recibido de manera desmedida por la audiencia,  y una nueva y breve retirada en la que agradecieron efusivamente a los presentes su entrega y nos improvisaron, no estaba en repertorio, sendas versiones del Living After Midnight y No Somos Nada de La Polla antes de que el riff hiper veloz de Jainko Hilen Uhartean y otros dos de sus temas más clásicos, David Eta Golliath y Rotaflexa Garraxika nos hicieran enfilar la puerta de la calle con dos horas y cuarto de concierto en el cuerpo.



Su Ta Gar siguen siendo imbatibles en concierto, tanto por el empuje de Galder en la batería, siempre tocando en el límite del esfuerzo y manejando el doble bombo de una manera personal y dentro de la melodía, el ya asentado en la formación Igor Diez al bajo, que sea por mucho tiempo, y una pareja de guitarristas, Aitor y Xabi Bastida, cuyo entendimiento va más allá del trabajo de local hasta conseguir elaborar un sonido personal y perfectamente empastado.  Están en pleno desarrollo de su gira de salas, chequea su web para no perdértelos, están en mejor forma que nunca.

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