Por Fran Cea
Para esta reseña del concierto de Fito y los Fitipaldis en el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid vamos a dejar a un lado consideraciones diversas que encienden debates sobre la validez del formato y vamos a los hechos. El Sr. Fito Cabrales se ha convertido por merecimiento propio en uno de los vendedores de discos y entradas más grandes que hay en el "star system" musical patrio sin tener en consideración el estilo musical. Solo él es capaz de pelear con los grandes nombres del pop pasteloso "made in OT" y batirles ahí donde más les duele...en las listas de ventas, y  lo ha conseguido, no nos engañemos, gracias a la compañía de discos pero sobre todo gracias a un management espectacular que le ha sabido encumbrar hasta el lugar que ocupa.



Como el mercado nacional da para lo que da (bastante poco), los grupos necesitan "adaptar" el formato para seguir funcionando y en este caso Fito lo ha hecho con una gira de teatros y auditorios, donde la capacidad es menor, y donde se ha podido aprovechar, de manera consciente, de unas condiciones acústicas sobresalientes que distan sobremanera de los manidos y asquerosos (para la música) pabellones deportivos.

De esta manera Fito ha podido jugar una de sus mayores bazas, saberse rodear de una banda de músicos que quita el hipo, desde su director musical y cabeza visible Carlos Raya, que en el concierto vallisoletano demostró ser capaz de tocar cualquier instrumento que se le ponga por delante (guitarras acústicas y eléctricas, mandolinas, violas, dobro, guitarra stell y hasta el violín) a un teclista (y hammond) Joserra Semperena, capaz de discutir a los dos guitarristas su protagonismo en determinadas ocasiones o Javi Alzola, quien además del saxo se atrevió con clarinete y la flauta.
El Auditorio Miguel Delibes, construido con todo lujo de detalles para el aprovechamiento casi exclusivo de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, y puntualmente para otras "músicas cultas" demostró que puede acoger otras propuestas más "llanas" sin que nadie salga herido y a pesar de que las formas acostumbradas al recinto apenas duraron un par de temas (los justos antes de que los primeros osados se levantaran, en la zona de las entradas más económicas, y se pusieran a bailar) el "experimento" resultó más que satisfactorio.



Sobre el gran escenario Fito y cinco acompañantes multi instrumentistas dieron en la mayor parte del repertorio un giro a las composiciones y las dotaron de arreglos nuevos que las daban otro carácter. Con todo el aforo vendido, como en casi toda la gira, y obligado a repetir fecha (con entradas eso si no al alcance de todos los bolsillos) se posicionaron sobre unas grandes alfombras y aunque empezaron con un tono excesivamente acústico enseguida derivaron hacia ritmos más rockanrroleros (Quiero Beber Hasta Perder El Control) , jugaron con tonos jazzeros (A la luna se le ve el ombligo) e incluso folk (Soldadito Marinero) dejando siempre un espacio para el lucimiento personal de cada uno de ellos



Como decía al comienzo, luego estarán las valoraciones sobre la propuesta. Creo que Fito es coherente con su edad y su trayectoria, podría estar dando saltos por los escenarios cantando "Rompe los Cristales", "Voy a acabar borracho" o "Hay Poco Rock And Roll" pero yo me creo más esta versión porque además y en el fondo lo que a los más rockeros nos jode es que sus canciones se las sepa hasta la señora de la charcutería....pero de eso no le podemos echar la culpa a él.

Artículos relacionados