Por Larrypas

Y tras el viernes llega el sábado, claro, segunda jornada del Wop festival y la que, a priori, guardaba las gemas de esta edición. Un día plenamente USA, con la excepción de los Right Ons y la Wop Band, ambas plagadas de americanismos varios. Cansados del día anterior no llegamos a ver más que desde la lejanía a la Wop Band; su sonido pleno de guitarras se desarrolló tranquilo, pudiendo oir acordes y textos de su canción “Sigue pintando”, mensaje para mantener la esperanza.

Tras ellos, y pertrechados de bocata y cervezas degustamos a los Right Ons, a los que vimos en el Turborock del 2010 (snif, snif, este año suspendido por mor de la crisis) en el que no nos acabaron de convencer. Pero parece que le han dado una vuelta de tuerca a su estilo y, alejados pelín del heavy funk de sus inicios, han trasladado su propuesta a orillas más cercanas al ritmanblús energético y al rock espasmódico. La verdad, no conozco al grupo más que por sus directos y alguna que otra oída en Spotify, y visto lo visto, se han reivindicado, superando con nota su alternativa bilbaína. Con las guitarras al frente destilaron rockanroll macizo, melodías hirientes y una actitud sin tacha.

Y después, Dream Syndicate. Tres son los conciertos que he querido ir a ver y que no he podido. Johnny Thunders en la sala The End de Vitoria, John Fogerty en Madrid hacer un par de años (cada vez que me acuerdo me duele la cabeza; ¿será por los cabezazos que me sigo dando contra la pared? Seguro) y Dream Syndicate también en The End (1986). Formación del Live At Raji’s, uno de los cinco mejores directos de la historia, con Paul B. Cutler a la guitarra, y yo no fui. Me desquité viendo infinidad de veces los distintos proyectos de Steve Wynn, no saliendo nunca defraudado y esta vez no iba a ser menos. Treinta años de su mítico “The days of wine and roses” y se han embarcado en una gira para celebrarlo. En el Wop faltaron “Too little, too late” y “Then she remembers”, pero ni nos dimos cuenta ante la avalancha sónica que se nos vino encima. Con la guitarra solista pelín saturada, “chillona”, Wynn perfecto y la sección rítmica retumbante, Dream Syndicate ofreció un concierto a la antigua usanza, a degüello desde el principio, epatando al respetable y estimulando neuronas a golpe de distorsión. A pesar de ser uno de los guitarristas que peor se mueven encima del escenario, Wynn derrocha carisma, ataca su guitarra con furia unas veces, la acaricia otras y sigue cantando estupendamente. Cayeron canciones de todos sus discos: “The Medicine Show” nos hizo berrear, cabalgamos sobre “Forest for the trees” y “The days of wine and roses” nunca falla, siempre consigue envolvernos en el torbellino sónico en que se convierte en directo. Y como fin de fiesta una versión sangrante de “John Coltrane stereo blues”, reventando tímpanos, dejando a más de uno/a con cara de asombro. El concierto del festival.

Difícil lo tenían los Jayhawks tras el vendaval del sindicato y, visto el show, no se me acaba de ir la impresión de que los prefiero enlatados en rodajas digitales que en directo. Su cancionero rebosa hondura, por momentos sus arreglos vocales me engatusan, la Gibson SG de Louris describe meandros eléctricos pleno de actitud y Mark Olson, triste y avejentado, aporta la tradición en la voz y la acústica. Pero en Bilbao no hubo feeling entre ellos; capearon el temporal, ya que canciones tienen de sobra, tiran de oficio y sus acompañantes son un lujo. Transmitieron americana en “Two angels”, retozaron en el country en “Pray for me” y una espléndida “Sin city” (de los Flying Burrito Bros.), electrificaron el pop en “Angelyne” y gustaron sobremanera en “Blue” y “Miss Williams guitar” de armonías vocales sobresalientes. No quedó muy bien que Louris mirara repetidamente el reloj pero si sirvió para que culminara el concierto con “Waiting for the sun” y con la apropiada para la causa “Bad time” (Grand Funk Railroad), bienvenido sea.

Y como colofón Soul Asylum. Siento decirlo pero no me gustaron; sonaron a radiofórmula americana mil veces trillada, así que les hice las fotos de rigor, les di un par de canciones de cancha y vi que mi primera impresión no se me iba de encima. Es cierto que tenían su público, con muchas féminas al frente, pero su rock de pabellón no consiguió que me quedara. Así que, cansados como estábamos, decidimos acabar la fiesta.

¿Resumen? Buen festival y encomiable propósito; esperemos que se mantenga. Desde el blog, nosotros ahí estaremos.

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