Crónica Concierto Jonathan RichmanCon la lengua fuera llegamos unos cuantos al Kafe Antzokia tras el concierto de John Cale. El motivo, ver al bardo “siempre niño”, Jonathan Richman. Ese que lo dejó todo tras ver una actuación de la Velvet Underground (casualidades de la vida, ya que coinciden en varias ciudades), que desterró el protopunk eléctrico de sus inicios con los Modern Lovers para centrarse en “música que no dañe el oído de los bebés” y que lleva media vida de sus 60 años girando por medio mundo en formato acústico y ahora con la compañía de batería minimalista (Tommy Larkin).

Crónica Concierto Jonathan RichmanMedia entrada escasa le homenajeó en la sala y él, como siempre, se presentó comedido y desenchufado, avejentado pero en buena forma, con look desvencijado y con el antiequipo para lo que se lleva en el teatrillo del rock (un pequeño mezclador de sonido que maneja él mismo). Y se dedicó a desmenuzar el estilo Richman; canciones desnudas de ornamentación, rock insobornable que lo mismo utiliza el inglés como el castellano o el italiano y que, en esta ocasión menos, acompaña siempre con una sonrisa. Un estilo naif que le va como anillo al dedo y que nos traslada a la primavera neoyorkina (“
Springtime in New York”) y nos incita a coros lascivos con bailes epilépticos (“Vampiresa mujer”).

Crónica Concierto Jonathan RichmanSu pasado no existe (y bien que nos pesa a todos los que le descubrimos por primera vez con sus espídicos Modern Lovers; una pena) y nos lo recuerda con aquello de que “el pasado es el pasado y no quiero estar encarcelado…el cantante a cantar, a cantar, a cantar…”, ripios imposibles sin fecha de caducidad, entre los que se encuentra en su salsa, nos abraza con arrumacos a la adolescencia (“El joven se estremece”), nos invita a su “Fiesta cósmica” y nos arenga con soflamas irreverentes de perfil bajo en pos de la guitarra perdida, “…la guitarra flamenca negra, sosegada, sosegada, la guitarra flamenca rubia…”.

Rey de la antipose, de los versos inventados, de la improvisación llevada al máximo, un disparate escénico, Jonathan Richman hace de cada concierto un alegato de la locura del que hace lo que le viene en gana, un elogio de la rareza llevada a un escenario, pero tiene algo que cala en los que le seguimos y que siempre nos permite salir de sus conciertos con una sonrisa en la boca. Y para los tiempos que corren ya está bien.

Crónica Concierto Jonathan Richman
Por Larrypas

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3 comentarios

  1. Anónimo // 28/3/12  

    Una pregunta para Larrypas:

    ¿se puede hacerfotos en la sala BBK? Gracias

  2. Anónimo // 28/3/12  

    Salvo que vayas con acreditación, hacer fotos en la BBK está prohibido. Y si lo intentas hay unas empleadas (acomodadoras) que te pegan el toque enseguida. Y no te creas, que los que vamos acreditados tenemos de una (Cale) a tres (el resto) canciones para hacer fotos.
    Larrypas

  3. Anónimo // 28/3/12  

    Muchas gracias por la info.

    Saludos.